De Alaska a México: La migración de la ballena jorobada
por SDMN
Fotos: Cortesía
Emiliano Arroyo empezó a estudiar la fauna marina hace doce años. Comenzó como estudiante en la facultad de ciencias de la Universidad Autónoma de México (UNAM). Estando ahí, se involucró rápidamente en uno de los grupos de investigación más interesantes de latinoamérica: el Grupo de Mastozoología Marina de la UNAM. Desde su fundación en 1981 por parte del biólogo chileno Anelio Aguayo, y ahora, con la coordinación de Luis Medrano González y María de Jesús Vázquez, este grupo ha estado investigando los mamíferos marinos. Capturan datos, toman fotografías, graban sonidos y logran aprender más sobre estos animales para crear conciencia de la importancia de su preservación. Una de las especies que estudian es la ballena jorobada. Cada año, estas ballenas viajan desde las aguas frías del norte, especialmente acá en Alaska, hacia México, ahí pasan algunos meses y regresan. Esta travesía es fascinante, así que hablamos con Emiliano para aprender más sobre este proceso y los retos que encaran estos cetáceos.
“Las ballenas jorobadas migran desde latitudes altas, en este caso desde Alaska, Canadá, Estados Unidos, hacia latitudes tropicales. Los destinos a los que migran normalmente pueden ser el Pacífico Mexicano, como la península de Baja California y el archipiélago de Revillagigedo. Sin embargo, desde Alaska, también se pueden ir a Hawaii”. El motivo detrás del viaje parece simple, las ballenas jorobadas vienen para aguas mexicanas porque éstas son más cálidas en comparación a las aguas invernales del hemisferio norte y, una vez acá, se reproducen. Sin embargo, este viaje es sobre mucho más que el apareamiento. Emiliano comentó: “La reproducción se refiere a buscar pareja, aparearse, la preñez, parir y el cuidado parental y de la cría”. Los machos buscan pareja peleando o cantando. De hecho, los machos de las ballenas jorobadas son los únicos cetáceos que componen canciones. A pesar de que todos pueden hacer sonidos, ellos demuestran conocimientos de tonos y de frases. Por su parte, las hembras tienen una tarea distinta y más complicada. Emiliano comentó que ellas “vienen a aguas mexicanas a aparearse o a tener sus crías. Si tienen a sus crías, las tienen en aguas tropicales por dos o tres meses. Ahí las tienen para enseñarlas a nadar, para amamantarlas, para que se adapten un tiempo, para enseñarlas a ser ballenas y para prepararlas para acompañarlas a la migración”.
La travesía es larga, de acuerdo con Emiliano, es de aproximadamente 10,000 km. En algunas ocasiones hacen paradas para alimentarse, pero hacerlo repercute el tiempo que puedan pasar en zonas de reproducción. Además, las expone a peligros, como sus depredadores, las orcas. Sin embargo, a veces las ballenas viajan en grupo para protegerse y ayudarse. Emiliano las comparó con algunas aves migratorias: “Unas delante, otras detrás, van rompiendo corrientes y cuidándose de los alrededores”. Aunque, además de desafíos naturales, las ballenas tienen que encarar dificultades causadas por los humanos: contaminación química, física e incluso acústica. Las ballenas jorobadas pueden sufrir heridas por líneas de pesca e incluso morir atropelladas por embarcaciones. Además, sus oídos son muy sensibles. “Las ballenas oyen tan bien como nosotros vemos” comentó Emiliano. Por ende, las perforaciones petroleras, la pirotecnia en cruceros y todos los sonidos que causamos en el agua tienen un impacto negativo.
Las ballenas jorobadas tampoco son ajenas a los efectos del cambio climático. Aunque, a corto plazo, el incremento de las temperaturas va a expandir sus zonas de alimentación, a largo plazo, este fenómeno traerá efectos perjudiciales al alterar el ciclo de vida de sus alimentos, el krill y otros peces pequeños, reduciendo el suministro de comida. Además, a pesar de que no es frecuente, el cambio climático puede obligarlas a modificar su ruta migratoria. Emiliano nos comentó que el fenómeno de El Niño en 2016 fue muestra de esto: “No había casi ballenas en las costas, estaban en el mar abierto y eso fue por el calentamiento del agua”. Es importante proteger estos animales y todos podemos ayudar. Emiliano comentó que, a nivel político, es importante seguir respetando las reglas, leyes y tratados internacionales alrededor de la conservación de ballenas, pero también es imperativo que sigamos protegiendo sus espacios y su ciclo biológico y que sigamos apoyando las investigaciones sobre estos animales y compartiendo información para que más personas puedan saber lo fantásticos que son.