NOTA EDITORIAL |
DE INMIGRANTE A INMIGRANTE
POR SDMN
Con esta serie Ana Teresa Fernández responde al problema de desapariciones forzadas que actualmente se vive en México y
da voz a todos aquellos que de alguna manera son invisibles en la trama de la sociedad. Sol de Medianoche publica estas piezas para honrar a todos aquellos inmigrantes que viven en las sombras, y que tantas veces son invisibles en la sociedad americana. |
El próximo 5 de mayo Sol de Medianoche cumple dos años de publicaciones. Hemos impreso 11 números y publicado 150 artículos de inmigración, política, economía, salud, servicios comunitarios, vida cotidiana, tradición, arte, cultura y deportes.
Desde nuestro primer número hemos abrazado la misión de informar, educar y unir a la comunidad latina. Nos hemos aproximado a ella desde varios ángulos, pero siempre con la voluntad de mirar a los ojos a nuestros lectores.
Sol de Medianoche está hecho por inmigrantes. Sabemos que una gran parte de nuestros lectores también lo son, o que son hijos de inmigrantes. Por eso hemos querido cumplir nuestra misión no con el espíritu paternalista de quien da consejos sin comprender al destinatario ni la realidad por la que atraviesa, sino con la palabra sincera y el corazón abierto de quien ha pasado por una situación similar.
Dado el clima político actual, una de nuestras prioridades ha sido informar a los miembros de nuestra comunidad sobre sus derechos y obligaciones legales. Ser un inmigrante es difícil, pues hay que navegar leyes que parecen laberínticas para quienes se acercan por primera vez a ellas. Y los inmigrantes siempre somos recién llegados cuando nos topamos con estas leyes. Así que, de la mano de abogados, hemos tratado de orientar a nuestros lectores en materias de inmigración, impuestos y derechos humanos.
Por nuestra experiencia personal como inmigrantes sabemos que nuestros lectores necesitan no sólo servicios legales. Al llegar a un país cuyo funcionamiento conocemos poco, los inmigrantes agradecemos una brújula que nos enseñe a navegar por las instituciones y los servicios que se ofrecen en la comunidad. ¿Dónde y cómo acceder a ellos? A través de nuestras páginas hemos visitado organizaciones que han hecho la diferencia en Alaska y que pueden resultar significativas para la adaptación de nuestros lectores a su nueva sociedad.
Como inmigrantes sabemos que al llegar a un nuevo país, usamos gran parte de nuestra energía en tratar de comprender sus formas, su idioma y sus instituciones. Sobre todo en los primeros años en los Estados Unidos el proceso de adaptación a la nueva realidad consume nuestro tiempo. Y eso nos vuelve un blanco fácil para traficantes, estafadores, abusadores y otras personas que buscan aprovecharse de nuestro desconocimiento. Por eso en Sol de Medianoche hemos dedicado artículos a alertar a nuestros lectores de estos peligros. Y seguiremos haciéndolo para que nuestras páginas sean siempre una trinchera que defienda a los recién llegados.
Entre los desafíos más grandes de los inmigrantes se encuentran la salud física y mental. En nuestros países de origen, el clima, la alimentación, la atención médica y la vida cotidiana eran diferentes. Nuestro cuerpo tiene que adaptarse a la nueva realidad. A esto hay que sumar que nuestra carga genética es distinta a la de otros miembros de la comunidad. Es decir, somos más proclives a ciertas enfermedades y más resistentes a otras. En cada uno de nuestros números hemos abordado historias de salud, siempre con la mira de romper mitos y de acercar a nuestra gente a los profesionales del campo.
Hemos dedicado gran parte de nuestra energía a celebrar nuestra herencia cultural. Por nuestras páginas han circulado artículos sobre historia, artes visuales, tradiciones, cocina y música que dan cuenta de la riqueza de nuestras culturas. En Sol de Medianoche sabemos que un pueblo que se siente orgulloso de sus raíces sale adelante, pero que también hay que abrazar lo que nos sucede hoy. Por eso nuestra aproximación a nuestras culturas no es solamente la de la nostalgia de nuestros países de origen. También celebramos lo que los miembros de nuestra comunidad producen en Alaska, que muchas veces es híbrido, pero que siempre es vital y vibrante. Y esperamos que esta perspectiva ayude a que nuestro periódico sea un punto de confluencia creativa de los hispanos en el estado.
La comunidad latina de Alaska es joven comparada con la de otros estados de la Unión Americana. Los nietos de los primeros inmigrantes cursan la primaria o la secundaria. Pero aunque nuestra comunidad aún siembra sus primeras semillas, debemos escribir nuestra historia. Nadie lo hará por nosotros. Por eso en Sol de Medianoche hemos dedicado una gran cantidad de artículos a aquellas personas que han dejado huella en nuestra comunidad. Hemos querido ver su trabajo como semillas plantadas hace un par de décadas y que ahora florecen.
Éstos han sido nuestros esfuerzos en los últimos dos años. El equipo de Sol de Medianoche está integrado principalmente por voluntarios dispuestos a dar a la comunidad parte de su tiempo. El periódico sobrevive gracias a la publicidad, y cada número implica tanto amor y tanto esfuerzo, que a veces parece imposible haber publicado ya once ejemplares.
Sin embargo, en Sol de Medianoche estamos orgullosos de lo que hemos logrado, y sabemos que aún tenemos mucho por aprender. En los años por venir, queremos seguir sirviendo a nuestros lectores desde nuestra mirada de inmigrantes, porque los proyectos más comprometidos con una comunidad suelen provenir de quien ha vivido sus problemas, y de quien ha escuchado palpitar su corazón.
Desde nuestro primer número hemos abrazado la misión de informar, educar y unir a la comunidad latina. Nos hemos aproximado a ella desde varios ángulos, pero siempre con la voluntad de mirar a los ojos a nuestros lectores.
Sol de Medianoche está hecho por inmigrantes. Sabemos que una gran parte de nuestros lectores también lo son, o que son hijos de inmigrantes. Por eso hemos querido cumplir nuestra misión no con el espíritu paternalista de quien da consejos sin comprender al destinatario ni la realidad por la que atraviesa, sino con la palabra sincera y el corazón abierto de quien ha pasado por una situación similar.
Dado el clima político actual, una de nuestras prioridades ha sido informar a los miembros de nuestra comunidad sobre sus derechos y obligaciones legales. Ser un inmigrante es difícil, pues hay que navegar leyes que parecen laberínticas para quienes se acercan por primera vez a ellas. Y los inmigrantes siempre somos recién llegados cuando nos topamos con estas leyes. Así que, de la mano de abogados, hemos tratado de orientar a nuestros lectores en materias de inmigración, impuestos y derechos humanos.
Por nuestra experiencia personal como inmigrantes sabemos que nuestros lectores necesitan no sólo servicios legales. Al llegar a un país cuyo funcionamiento conocemos poco, los inmigrantes agradecemos una brújula que nos enseñe a navegar por las instituciones y los servicios que se ofrecen en la comunidad. ¿Dónde y cómo acceder a ellos? A través de nuestras páginas hemos visitado organizaciones que han hecho la diferencia en Alaska y que pueden resultar significativas para la adaptación de nuestros lectores a su nueva sociedad.
Como inmigrantes sabemos que al llegar a un nuevo país, usamos gran parte de nuestra energía en tratar de comprender sus formas, su idioma y sus instituciones. Sobre todo en los primeros años en los Estados Unidos el proceso de adaptación a la nueva realidad consume nuestro tiempo. Y eso nos vuelve un blanco fácil para traficantes, estafadores, abusadores y otras personas que buscan aprovecharse de nuestro desconocimiento. Por eso en Sol de Medianoche hemos dedicado artículos a alertar a nuestros lectores de estos peligros. Y seguiremos haciéndolo para que nuestras páginas sean siempre una trinchera que defienda a los recién llegados.
Entre los desafíos más grandes de los inmigrantes se encuentran la salud física y mental. En nuestros países de origen, el clima, la alimentación, la atención médica y la vida cotidiana eran diferentes. Nuestro cuerpo tiene que adaptarse a la nueva realidad. A esto hay que sumar que nuestra carga genética es distinta a la de otros miembros de la comunidad. Es decir, somos más proclives a ciertas enfermedades y más resistentes a otras. En cada uno de nuestros números hemos abordado historias de salud, siempre con la mira de romper mitos y de acercar a nuestra gente a los profesionales del campo.
Hemos dedicado gran parte de nuestra energía a celebrar nuestra herencia cultural. Por nuestras páginas han circulado artículos sobre historia, artes visuales, tradiciones, cocina y música que dan cuenta de la riqueza de nuestras culturas. En Sol de Medianoche sabemos que un pueblo que se siente orgulloso de sus raíces sale adelante, pero que también hay que abrazar lo que nos sucede hoy. Por eso nuestra aproximación a nuestras culturas no es solamente la de la nostalgia de nuestros países de origen. También celebramos lo que los miembros de nuestra comunidad producen en Alaska, que muchas veces es híbrido, pero que siempre es vital y vibrante. Y esperamos que esta perspectiva ayude a que nuestro periódico sea un punto de confluencia creativa de los hispanos en el estado.
La comunidad latina de Alaska es joven comparada con la de otros estados de la Unión Americana. Los nietos de los primeros inmigrantes cursan la primaria o la secundaria. Pero aunque nuestra comunidad aún siembra sus primeras semillas, debemos escribir nuestra historia. Nadie lo hará por nosotros. Por eso en Sol de Medianoche hemos dedicado una gran cantidad de artículos a aquellas personas que han dejado huella en nuestra comunidad. Hemos querido ver su trabajo como semillas plantadas hace un par de décadas y que ahora florecen.
Éstos han sido nuestros esfuerzos en los últimos dos años. El equipo de Sol de Medianoche está integrado principalmente por voluntarios dispuestos a dar a la comunidad parte de su tiempo. El periódico sobrevive gracias a la publicidad, y cada número implica tanto amor y tanto esfuerzo, que a veces parece imposible haber publicado ya once ejemplares.
Sin embargo, en Sol de Medianoche estamos orgullosos de lo que hemos logrado, y sabemos que aún tenemos mucho por aprender. En los años por venir, queremos seguir sirviendo a nuestros lectores desde nuestra mirada de inmigrantes, porque los proyectos más comprometidos con una comunidad suelen provenir de quien ha vivido sus problemas, y de quien ha escuchado palpitar su corazón.