ESTRELLAS LATINAS EN ALASKA SHARLIN MALDONADO: UNA MUSCULOSA CHICA LATINA
“LO QUE MÁS ME GUSTA SON LAS TRANSFORMACIONES QUE LAS PERSONAS VEN EN SÍ MISMAS”
POR RENÉE ESPARZA
Sharlin Maldonado y su familia. Fotos cortesía de/Photos courtesy of: Sharlin Maldonado
Sharlin Maldonado es una de las pocas alaskeñas que cuenta con una IFBB Pro Card. Fotos cortesía de/Photos courtesy of: Sharlin Maldonado.
Desde el momento en que Sharlin Maldonado entró al taller de poses libres en Eagle River supo que eso era lo suyo, que el fisicoculturismo era lo que siempre había querido hacer.
“Lo amo tanto”, dijo Maldonado. “Cuando encuentras tu pasión todo se vuelve tan claro que quisieras gritar: ‘¡Al fin lo encontré!’”
A diferencia de todos aquellos que descubren su pasión en una edad temprana, Maldonado tiene 37 años, por lo cual solía quedar un poco más adolorida al practicar este deporte, pero esto no sofoca el corazón que pone en todo lo que hace.
“Supongo que dejé de sentir el dolor —dijo— porque ahora ya lo veo como algo normal. Sin embargo, todavía me entusiasma sentirme adolorida como consecuencia del esfuerzo que implica este deporte. Al final, practicarlo resulta muy gratificante”.
Además del de fisicoculturista, Maldonado ostenta con orgullo los títulos de esposa y madre. Ella y su marido se conocieron en una academia de baile, cuando ella tenía tan sólo 16 años. Ahora tienen tres hijos, la segunda de los cuales participó con ella en una competencia de fitness.
“Aquélla fue la mejor noche de mi vida”, dijo Maldonado al recordar los momentos en que tanto su hija de once años como ella ganaron el primer lugar en la competencia.
Originaria de Puerto Rico, Maldonado se mudó a Alaska con su marido cuando éste fue asignado a la Joint Base Elmendorf-Richardson. La familia pasó cinco años en la Última Frontera antes de mudarse a Las Vegas, donde vivieron cinco años más. Luego volvieron a Anchorage, donde han radicado los últimos dos años y medio.
“Aquí nos sentimos en casa”, dijo Maldonado, y añadió que ella y su esposo han considerado quedarse en Alaska por un largo tiempo.
La escena del fisicoculturismo en Alaska es pequeña, pero está creciendo. En cuanto a ella, mamá y ama de casa a la vez, fue el destino lo que la llevó a este deporte. Toda su vida la gente que la rodea ha estado segura de que Maldonado sería una gimnasta, pues desde siempre ha sido pequeña y fuerte. Un conocido le sugirió competir mientras vivía en Las Vegas, pero ella se negó inmediatamente. No fue sino hasta que daba clases de zumba en el Alaska Club que se dio cuenta que buscaba la energía necesaria para hacer algo por sí misma. Había escuchado del taller de poses libres en Eagle River y comenzó a investigar en internet. Fue en ese sitio donde su hobby empezó a despegar.
“Las entrenadoras del lugar, Cinzia y Shawn Clapp, que ahora son mis entrenadoras, estaban interesadas en ayudarme y resultaron ser un gran apoyo. Creyeron en mí desde el principio, y desde entones me han alentado a superarme, a fijar metas, a trabajar duro para alcanzarlas”, aseguró Maldonado y añadió que ella cree que vieron potencial en ella y que sus antecedentes en la danza fueron decisivos para lo natural que posar resultó para ella, una faceta de este deporte que muchos sufren. Maldonado dedica alrededor de tres horas diarias, excepto los domingos, al CMC Training Studio y una vez por semana posa con el grupo de fisicoculturismo 907 Muscle Girls.
“¡Pertenecer al grupo es fantastico!”, agrega. “Todas nos ayudamos y nos alentamos en todo esto. Somos una familia, y siempre recibimos entusiasmadas a las mujeres que quieren llevar el fitness a otro nivel”.
Su dedicación le ha valido un nombre en el fisicoculturismo en Alaska, pero su verdadera prueba fue en la competencia nacional en Nueva York el 2 de julio, donde ganó y recibió su IFBB (International Federation of Bodybuilding and Fitness) Pro Card.
“Me gustaría ayudar a la gente”, aseguró. “Y mi mi Pro Card me ayudará a conseguir ese sueño”.
Tras unirse al gimnasio en Eagle River, recibió su certificación de entrenadora personal y actualmente ejerce su profesión en ese gimnasio. Con su acreditación de fisicoculturista profesional, Maldonado espera dedicarse de tiempo completo a ser entrenadora para atletas de competencia.
“No creo que sea correcto entrenar a alguien sin haber tenido esa experiencia”, dijo. “Después de competir a nivel profesional y bajo la tutela de mis sorprendentes coaches, tendré la experiencia y el conocimiento necesarios para ayudar a otras personas a conseguir esto también”.
Maldonado no sólo sueña con entrenar atletas de alto rendimiento, como ella, también quisiera ser coach de deportistas que no tengan el objetivo de competir.
“Las personas por lo general desconocen este deporte, que es mucho más que sólo hacer pesas y lucir bien en un pequeño traje de baño”, asegura. “Las historias tras este deporte son maravillosas. Lo que más me gusta son las transformaciones que las personas ven en sí mismas. Eso es justo lo que me apasiona del fisicoculturismo. Es algo que te empodera. Quiero que otras personas también sientan esta satisfacción”.