La salud mental de niños y adolescentes hispanos se deteriora gravemente
Por carlos matías
Estados Unidos debe afrontar un peligro devastador. Una “pandemia” psicológica autodestructiva, que sufren miles de niños de corta edad y adolescentes hispanos, negros e indígenas. Los estadounidenses blancos con menos de 24 años tampoco están a salvo. Pero las desigualdades sociales hacen a los hispanos y negros más vulnerables.
Los menores de edad estadounidenses (con menos de 18 años) han cambiado sus graves problemas tradicionales de alcoholismo, consumo de drogas, tabaquismo, enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados por otros trastornos y alteraciones de conducta autodestructiva, más contundente y en proporciones mucho más alarmantes.
Es una nueva “pandemia”, más difícil de detectar y contra la que no existen vacunas. Actúa sin previo aviso y, cuando se manifiesta, puede ser demasiado tarde. Empuja a los chicos a autolesionarse y a acabar brutalmente con sus vidas.
Sol de Medianoche ha entrevistado a Mayra E. Álvarez, MHA (Minister of Home Affairs, en inglés), nombrada por el presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris para el Grupo de Trabajo de Equidad en Salud, que les asesora para alcanzar la justicia e igualdad de trato en el sistema sanitario, sobre todo en lo que concierne al COVID-19.
Los niños y adolescentes hispanos, negros e indígenas son los más vulnerables a esta nueva “pandemia” psicológica autodestructiva, que pueden sufrir niños sin haber cumplido ni siquiera los cinco años y que, “en los adolescentes, ha disparado las intervenciones de Urgencias en más de un 31%”, dice Mayra E. Álvarez a nuestro periódico.
“Existen muchos factores que producen en los niños estrés, ansiedad, depresión y otros trastornos psicológicos de consecuencias fatales”, dice Mayra Alvarez. “Por ejemplo, la lejanía de estos niños migrantes de sus orígenes y del resto de su familia (abuelos, primos, tíos, etc…); sus dificultades para integrarse en otra sociedad, con otra cultura y otro idioma. También, por el confinamiento en casa, a consecuencia del COVID. De igual forma, por el cierre de las escuelas, que les ha obligado a seguir las clases en línea, aislados de todos sus compañeros y amigos, en edades en las que la sociabilización es vital para su desarrollo y su equilibrio emocional y psicológico”.
“En no pocos casos”, sigue Mayra Álvarez, “estos terribles trastornos psicológicos también se deben al hecho de estar mucho tiempo en casa, lo que convierte a estos niños y adolescentes en testigos involuntarios de tensiones entre su papá y mamá y las discusiones entre ambos, o incluso a presenciar o ser víctimas de malos tratos…”
Todos estos factores conducen al menor y al adolescente a buscar sus propias “vías de escape”, y la escapada definitiva de un entorno que lo atormenta es poner fin a sus vidas, o intentarlo. No obstante, Mayra Alvarez reconoce que “el aumento desproporcionado de suicidios, casos de depresión y ansiedad en los más jóvenes se viene produciendo desde antes del coronavirus”. En 2018, las estadísticas oficiales de la población entre diez y 24 años mostraron tasas de suicidio “disparadas” en casi un 60%, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
En 2019, las visitas a las Urgencias hospitalarias de los niños y adolescentes con síntomas de ansiedad, trastornos del estado de ánimo y autolesiones aumentaron bruscamente. El 13% de estos niños y adolescentes reconocieron sufrir una depresión grave y haber tenido pensamientos suicidas o tentaciones de autolesionarse. Esto significa un aumento del 60% en 2019, respecto de los doce años inmediatamente anteriores, más estables.
“Otro factor que deteriora el equilibrio psicológico y emocional del menor es que miles de estos niños y adolescentes han perdido a un familiar cercano, a su padre, a su madre o a alguno de sus abuelos como consecuencia del COVID. La Administración Biden-Harris está trabajando duro y está empleando importantes fondos para ayudar en todas estas situaciones”, concluye Mayra Alvarez, aunque no ha podido concretar a cuánto dinero ascienden esos fondos.