Somos todo. En términos sencillos, somos buenos y malos, estamos llenos de amor y de odio, nos gobiernan la razón y la pasión, somos eso y mucho más: somos seres humanos. En sus Canciones de inocencia y de experiencia, William Blake exploró la dualidad de la naturaleza humana.
Creamos sistemas sociales y económicos para ordenar con ellos nuestra existencia cotidiana y satisfacer nuestras necesidades individuales y colectivas. Pero, a lo largo de los siglos, hemos cometido graves errores. El racismo es uno de los más peligrosos. Los neo-nazis, los blancos supremacistas, o cualquier alt-nombre con que se hagan llamar, abanderan la idea racista de que son superiores a cualquier persona que no sea blanca, heterosexual, cristiana, cismasculina (una persona que nace con genitales masculinos) y que no se suscriba a sus formas de pensar. La violencia cometida por los neo-nazis en 12 de agosto de 2017 en Charlottesville, Virginia, fue un ataque a la dignidad humana y ha desgarrado la delicada tela de esta nación. Sus acciones en Charlottesville arrebataron la vida de Heather Heyer, el teniente Cullen y el oficial Bates, y dejaron como saldo 35 personas heridas. Condeno la indiferencia de los neonazis hacia la vida humana. Me sumo al lamento por las vidas perdidas y miro con asombro e incredulidad los actos de terrorismo doméstico perpetrados por los neo-nazis. La diversidad cultural y de pensamiento engrandece a las naciones y permite la innovación y el desarrollo intelectual y emocional de sus habitantes. El racismo es un error del pensamiento que refleja la falta de fe y la incomprensión de los valores estadounidenses de justicia e igualdad. No nos engañemos: todos somos iguales. El tigre en el estómago representa lo más vil y malvado de nosotros. Si tú eres un neo-nazi, te advierto que llevas un tigre en el estómago y que está devorando tu humanidad. Suplico a todos los seres humanos se opongan al racismo, el odio y la violencia. Y demando que los neo-nazis dominen a su tigre antes de que el mundo sea devorado por el odio. |
¡Tigre! ¡Tigre!, reluciente incendio En las selvas de la noche, ¿Qué mano inmortal u ojo Pudo trazar tu terrible simetría? ¿En qué lejanos abismos o cielos Ardió el fuego de tus ojos? ¿Sobre qué alas se atreve a elevarse? ¿Qué mano se atrevió a tomar el fuego? ¿Y qué hombro, y qué arte Pudo torcer el vigor de tu corazón? Y cuando tu corazón empezó a latir, ¿Qué espantosa mano? ¿Y qué espantosos pies? ¿Qué martillo? ¿Qué cadena? ¿En qué horno estaba tu cerebro? ¿Qué yunque? ¿Qué espantoso puño Osa abrazar su mortales terrores? Cuando las estrellas tiraron sus lanzas Y mojaron el cielo con sus lágrimas, ¿Sonrió al ver su obra? ¿Aquel que hizo al cordero, te hizo a ti? ¡Tigre! ¡Tigre!, reluciente incendio En las selvas de la noche, ¿Qué mano inmortal u ojo Pudo trazar tu terrible simetría? William Blake Traducción de Soledad Capurro |