Orquesta Akokan trae el Mambo a Alaska durante el Mes de la Herencia Hispana Por Estrella Rodriguez-Northcutt y O’Hara Shipe
Foto: Camila Falquez
Si bien la escena musical de Anchorage está llena de un catálogo diverso de talentos musicales, cuando se trata de música latina, hay muy poca representación a pesar de que los hispanos representan el ocho por ciento de la población de Alaska. Actualmente, solo hay una banda de mariachi activa en Anchorage, Mariachi Agave Azul, y sus actuaciones son pocas y distantes entre sí. La música juega un papel crucial en la cultura latinoamericana, y la falta de representación musical local se siente durante el Mes de la Herencia Hispana, por lo que la llegada de la Orquesta Akokan, una banda cubana, el viernes pasado fue tan importante.
Dirigida por José “Pepito” Gómez, Akokan celebra la herencia cubana a través de su sinergia de sensibilidades contemporáneas, mezcladas con un profundo reservorio espiritual y conocimiento de las tradiciones folclóricas. La diversa cartera de la banda impulsa su música a vistas previamente inexploradas mientras desmantela las convenciones de lo que tradicionalmente se considera mambo. Es muy importante apreciar a nuestros antepasados porque son la base de nuestra música: esta es la música de nuestros antepasados. Para nosotros, es importante reflexionar y mostrar nuestra música culturalmente y transmitirla tal como lo hicieron nuestros antepasados. Ellos son los que allanaron el camino para la música cubana de hoy en América Latina y Estados Unidos. Tener sonidos ancestrales en nuestra nueva música y recordar de dónde vino esa música es lo que nos esforzamos por hacer. No queremos copiarlo, sino reimaginarlo”, dice Gómez en su español natal.
En Cuba, el mambo comenzó como una forma de expresión social y política en la década de 1930. Estrechamente ligada al estilo de baile del mismo nombre, la música de mambo se originó como una forma rítmica de danzón-mambo, que es famosa por su estilo altamente improvisado. En la década de 1940, el mambo había llegado a la Ciudad de México, donde se fusionó con influencias del jazz norteamericano. Pronto, el mambo se convirtió en un género musical reconocido internacionalmente y las iteraciones originales de la música comenzaron a desprenderse del nuevo sonido. A través de generaciones de apropiación cultural, el mambo cubano se transformó en un híbrido de todos los que lo tocaron. La mezcla sonora de géneros no es nada nuevo, pero para Gómez y sus compañeros de banda, hay valor en reclamar lo que se perdió. “La música es una gran parte de la cultura cubana y, siendo realistas, la música juega un papel en todos los aspectos de mi país. Es un principio clave para llenarnos de felicidad y risas todo el tiempo, todos los días”, explica Gómez. “Pero hay presión en ser un portador cultural para todo el país. Crecí en Camagüey, y no soy de La Habana, así que cuando empecé, sentí que solo estaba haciendo música para una pequeña región de Cuba. Pero cuando visité La Habana y me conecté con otros músicos, Akokan, adquirió un nuevo significado. Estábamos haciendo música para todo mi país, no solo para una región”, dice Gómez.
A pesar de la presión, Akokan y Gómez han estado a la altura del desafío con sus álbumes debut y segundo año. Incluso obtuvieron una nominación al Grammy por sus esfuerzos. ‘16 Rayos’, nuestro segundo álbum, tiene más madurez porque, con el tiempo, hemos desarrollado nuestra composición musical y nos hemos convertido en el sonido único que la banda ha creado”, comenta Gómez.