LA PANDEMIA DE LA DESIGUALDAD POR CARLOS MATÍAS
Donald y Melania Trump dieron positivo en las pruebas del Covid-19. El presidente de EE. UU. fue ingresado en el hospital Walter Reed National Military Medical Center, de Bethesda, Maryland. Al cierre de esta edición, hay noticias contradictorias sobre su estado. Pero él y su esposa reciben los mejores cuidados médicos y comodidades al igual que el resto de aquellos cercanos a él, que también han dado positivo. Todo lo contrario que las minorías étnicas, las más afectadas, con más mortalidad y peor atención sanitaria. No hay distintos ADN que expliquen su mayor infección. Las diferencias no son genéticas, sino sociales.
El presidente de Estados Unidos siempre había frivolizado sobre la importancia de la epidemia que el 2 de octubre le llevó a un hospital. Pensaba hacer cuarentena en la Casa Blanca, trabajando para “salvar vidas”, como declaró el 30 de julio, al justificar que se automedicaba con hidroxicloroquina y recomendar inyectarse lejía y desinfectante para “matar al virus”. Su “recomendación” llevó al hospital a más de cien incautos que le hicieron caso. Trump se da de bruces ahora contra un muro mucho más alto que el que desea en la frontera con México: el muro de la evidencia.
Como el brasileño Jair Bolsonaro, el inglés Boris Johnson o el italiano Silvio Berlusconi, Donald Trump se suma a la lista de políticos negacionistas que sufren en carne propia la infección que negaban y sobre la que frivolizaron de forma tan irresponsable. Trump siempre se ha negado a usar mascarilla “para no dar a la prensa el placer de verme” con la boca tapada. En febrero, dijo a la cadena de televisión Fox Business que el virus “morirá de calor en abril”. Ahora, en octubre, tendrá que seguir contemplando desde el hospital o desde el Despacho Oval, cómo la pandemia, según él “inventada” o “exagerada”, se extiende por todo el país, con casi siete millones y medio de contagios y más de doscientos mil fallecimientos registrados. A la vista de estos hechos, Trump debería plantearse si no hubiera sido mejor dejarse ver con la boca tapada.
Epidemia de injusticias sociales Donald y Melania Trump son objeto de todos los cuidados médicos posibles, sin escatimar medios materiales y humanos. Justo lo contrario de lo que hace su Gobierno con los inmigrantes y colectivos más desfavorecidos, a los que ha llegado a negar la asistencia mínima en muchos casos. Sin embargo, los índices de infección y mortalidad en la población afroamericana, especialmente, y también en otras minorías étnicas, alcanzan niveles totalmente desproporcionados en comparación con la población blanca y, en menor medida, con la de origen asiático.
Según el Centro de Control de Enfermedades y Prevención de Atlanta, en Georgia (el CDC, por las siglas en inglés), “las desigualdades sociales y de acceso a la salud sistémicas y de larga data aumentan el riesgo de muchos grupos de minorías raciales y étnicas de enfermarse y morir a causa del COVID-19. La expresión ‘grupos de minorías raciales y étnicas’ incluye a las personas de color con diversos antecedentes y experiencias. Pero hay algunas experiencias compartidas entre muchas personas dentro de estos grupos, y los determinantes sociales de la salud han prevenido históricamente la igualdad de oportunidades de acceso a salud económica, física y emocional”.
“Hay cada vez más evidencia que da cuenta de que algunos grupos de minorías raciales y étnicas están sufriendo un efecto desproporcionado como consecuencia del COVID-19”, continúa el CDC en un informe titulado “Consideraciones sobre acceso igualitario a la salud y grupos de minorías raciales y étnicas”, basado en datos del Centro Nacional de Vacunación y Enfermedades Respiratorias (NCIRD), División de Enfermedades Virales. “Las desigualdades en los determinantes sociales de la salud, como la pobreza y el acceso a atención médica, que afectan a estos grupos –sigue el informe –, están interrelacionadas e influyen sobre diversos resultados y riesgos en relación con la salud y la calidad de vida. Para lograr igualdad de oportunidades de acceso a la salud, es necesario eliminar las barreras para que todos tengan las mismas oportunidades de ser tan sanos como sea posible”.
Las vacunas, otra marginación La población de negros e hispanos en Estados Unidos tiene el doble de riesgo que los blancos de dar positivo en las pruebas de Covid-19. Así lo determina un estudio de seguimiento a 5,834,543 pacientes del Departamento de Asuntos Veteranos —el sistema de asistencia sanitaria integrada más grande del país —, realizado desde el 8 de febrero hasta el 22 de julio pasado, y que se ha dado a conocer a finales de septiembre en la revista científica Plos Medicine. No se han encontrado indicios de que exista una hipotética relación, directa o indirecta, de este factor de riesgo con el ADN de cada grupo étnico. Pero el estudio, que es el más grande realizado hasta la fecha, constata una carga desproporcionada de la infección por SARS-CoV-2 entre las personas de raza negra.
Sin embargo, las investigaciones que se están llevando a cabo para encontrar una vacuna frente al Covid-19 (que, según Trump, estaría a disposición de los estadounidenses antes de las elecciones presidenciales) presentan un grave fallo: precisamente negros e hispanos son los colectivos con los que menos se está experimentando. ¿Por qué? Las autoridades científicas argumentan que “es difícil” llegar a estos grupos sociales para que colaboren en las mencionadas investigaciones.
Una vez hallada la vacuna, es de temer que se abra otra gran brecha de desigualdad social. La producción inicial de las dosis no será suficiente para satisfacer de golpe todas las necesidades y demanda. Esta previsible escasez de suministro planteará la siguiente cuestión: ¿quién debe vacunarse antes? Expertos en salud pública de todo el mundo han propuesto en la revista Science un plan de distribución de la vacuna, llamado “Modelo de Prioridad Justa”, para reducir las muertes prematuras y otras consecuencias irreversibles de la enfermedad. Un modelo que apuesta por “dar prioridad a los desfavorecidos”.