Proponen un Centro de Atención en español para ancianos hispanos Por carlos matías
Ninetta Regalado vive en Alaska desde hace más de veinte años. Reside en Anchorage, donde trabajó durante 15 años en Catholic Social Services, exclusivamente con el Programa para Refugiados. Ahora lleva tres años retirada. Pero quiere seguir como voluntaria. Así se lo ha comunicado a Rebecca Parker, directora ejecutiva, del Anchorage Senior Center, el Centro para la Atención de los Ancianos de la Municipalidad. Ha propuesto un Centro de Atención en español para los ancianos hispanos.
“En Alaska hay un enorme vacío en el cuidado de los ancianos inmigrantes, sobre todo de los hispanos. Como no hablan inglés, no pueden acceder a las actividades y servicios que tienen los mayores que sí lo hablan. Quiero que haya un Centro de Atención en español para los ancianos hispanos”.
Ninetta Regalado es dominicana. Cuando llegó a Estados Unidos trabajó en los servicios sociales de Nueva York, en la asistencia a los inmigrantes sin documentación y en la ayuda a las personas en situación de calle, así como en la atención a los enfermos de sida. Después estuvo en Massachusetts, trabajando siempre en el área de los servicios sociales. “Estuve trabajando en los Servicios Sociales Católicos de la Iglesia, que había recibido el encargo del gobierno Federal para proteger a los refugiados, en un programa elaborado desde Washington, DC”.
En el momento de esta entrevista, Ninetta se encontraba en Florida por motivos familiares. Había pasado unos días con su hija en la República Dominicana. La hija de Ninetta tiene un fuerte arraigo en los Estados Unidos, donde formó parte de la US Navy. Pero Ninetta regreso a Alaska. “Anchorage es mi hogar y quiero contribuir a organizar actividades para los ancianos hispanos que sólo hablan español. En mayo de 2020 hicimos una presentación de este tipo de servicio. Pero la pandemia lo cortó todo. Creo que es hora de reanudar la iniciativa”.
Ninetta señala que “los ancianos hispanos están muy solos. Llegan como parte de una familia de inmigrantes. Familias que cada día se marchan de la casa para ir a trabajar. Ellos se quedan aislados, viendo en la televisión los canales que emiten en español, porque no entienden inglés. Se pasan sentados todo el día ante el televisor. Hacen vida sedentaria y se les hinchan las piernas. No salen a ninguna parte, ni siquiera a la iglesia, porque no están acostumbrados al clima frio de Alaska y a caminar sobre el hielo en las calles”. “Ellos proceden de países cálidos: el Caribe, México, todo Latinoamérica… Los ancianos alaskeños saben andar en la nieve porque lo han hecho toda la vida. Pero los hispanos no. Algunos nunca han visto la nieve antes de llegar a Alaska”. En estas circunstancias, la depresión, la ansiedad, el aburrimiento y el deterioro cognitivo hacen mella en estos abuelos. Ni siquiera pueden hablar con sus nietos, porque la mayoría de los nietos sólo hablan inglés. “Es una situación muy triste”. “Nuestros ancianos también pagan impuestos. Tienen derecho a estar en centros de baile, ir al gimnasio, jugar al bingo, utilizar computadoras, divertirse en fiestas y almuerzos comunitarios, disfrutar de actuaciones musicales… igual que los ancianos que hablan inglés”. “Rebecca Parker, directora ejecutiva del Anchorage Senior Center de la Municipalidad, me ha reconocido que hay una falta importante de medios para los ancianos hispanos. No quiero decir que el gobernador Dunleavy y el alcalde Bronson no quieran hacer más por ellos. Pero pueden hacer más de lo que hacen, porque ahora no los atienden”. “Quiero participar en un proyecto para la atención de los ancianos hispanos. Hay recursos para ello. En Florida y otros estados hay muchas actividades en español. Pero en Anchorage no”.