Trump se despide con otro asalto a la democracia Por carlos matÍAS
El asalto al Capitolio por los partidarios de Donald Trump, alentados por el mismo, ha sido el penúltimo capítulo de una larga lista de acciones antidemocráticas, perpetradas por “el peor presidente de los Estados Unidos” a lo largo de su Historia, según palabras de Arnold Schwarzenegger.
Schwarzenegger, ex gobernador de California de 2003 a 2011, no es el único republicano que ha empleado duros calificativos para describir cómo ha desempeñado el poder este empresario multimillonario que logró su éxito electoral gracias al auge de los populismos en el mundo. Antes que el actor de origen austriaco y nacionalidad estadounidense se pronunciaron otros republicanos de primer nivel, como Colin Powell, ex secretario de Estado; Chuck Hagel, exsenador por Nebraska; Charlie Dent, exrepresentante de Pensilvania, y un etcétera muy largo que incluye al expresidente Bush y hasta al vicepresidente del propio Trump, Mike Pence.
Decimos que el salvaje asalto al Capitolio, la sede de la democracia de los Estados Unidos, que se ha saldado con cinco muertos y un número indeterminado de heridos, es el “penúltimo capítulo” de la “historia más oscura” de este gran país, porque el último será el 20 de enero, cuando el presidente electo Joe Biden tome posesión del cargo en ausencia del aún presidente Trump.
¿Qué fue de “America First”, el eslogan electoralista de Trump? Bajo su presidencia, nuestro país ha salido, ha incumplido o ha perjudicado seriamente grandes pactos mundiales y bilaterales internacionales como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (tres días después de su toma de posesión); el Acuerdo de París contra el Cambio Climático; la Unesco; el Pacto Mundial de la ONU sobre Migración y Refugiados; el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) firmado con Rusia; el Acuerdo Nuclear con Irán (país al que, por cierto, ha querido atacar en fechas recientes y sus colaboradores se lo impidieron); el Consejo de Derechos Humanos de la ONU; el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (NAFTA); la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos…La lista es interminable.
Trump se ha distinguido por dar marcha atrás en los grandes consensos mundiales y ha destrozado la buena reputación internacional de los Estados Unidos como país serio en el que se podía confiar porque cumplía sus compromisos.
Joe Biden y su vicepresidenta, Kamala Harris, tienen por delante un duro trabajo de reconstrucción de esta reputación destruida. Pero, además, tienen un duro trabajo de reconciliación y neutralización de la crispación que Trump ha inculcado a sus exaltados y descerebrados seguidores, incluidos los supremacistas blancos herederos del Ku Klux Klan, que también escribieron el siglo pasado uno de los episodios más vergonzosos de nuestra historia. La grandeza de este país le hace capaz de sobreponerse a etapas como la que está a punto de terminar, protagonizada por un Donald Trump al que no quieren cerca ya ni los republicanos ni los vecinos de la residencia de lujo de Florida que el propio Trump construyó. Ya le han recordado en una carta que no podrá alojarse en ella como residencia fija.
Se abre una nueva etapa muy esperanzadora. Pero los partidos políticos, tanto el Republicano como el Demócrata (sobre todo ahora, el Partido Republicano) tendrán que tomar buena nota y poner en marcha medidas para impedir que un personaje indigno de llegar a la Casa Blanca vuelva a presentarse bajo sus siglas como candidato presidencial. Y toca pedir responsabilidades, políticas y penales, por los posibles delitos que Trump haya podido cometer.