Search the site...

SOL DE MEDIANOCHE
  • JANUARY 2023
  • DECEMBER 2022
  • NOVEMBER 2022
  • OCTOBER 2022
  • SEPTEMBER 2022
  • AUGUST 2022
  • JULY 2022
  • JUNE 2022
  • MAY 2022
  • APRIL 2022
  • MARCH 2022
  • FEBRUARY 2022
  • JANUARY 2022
  • DECEMBER 2021
  • NOVEMBER 2021
  • OCTOBER 2021
  • SEPTEMBER 2021
  • AUGUST 2021
  • JULY 2021
  • JUNE 2021
  • MAY 2021
  • APRIL 2021
  • MARCH 2021
  • FEBRUARY 2021
  • JANUARY 2021
  • DECEMBER 2020
  • NOVEMBER 2020
  • Advertise with us!
  • OCTOBER 2020
  • SEPTEMBER 2020
  • AUGUST 2020
  • JULY 2020
  • JUNE 2020
  • MAY 2020
  • MAR - APR 2020
  • JAN - FEB 2020
  • NOVEMBER 2019
  • SEPTEMBER 2019
  • JULY 2019
  • MAY 2019
  • MARCH 2019
  • FEBRUARY 2019
  • NOVEMBER 2018
  • SEPTEMBER 2018
    • Yes on Salmon
    • Become a citizen
  • JUNE 2018
  • APRIL 2018
  • FEBRUARY 2018
  • DECEMBER 2017
  • SEPTEMBER 2017
  • JULY 2017
  • MAY 2017
  • Spring 2017 - No. 5
  • Winter 2016 - No. 4
  • Fall 2016 - No. 3
  • Summer 2016 - No. 2
  • Spring 2016 - No. 1
  • Contact
  • Intersecciones de Arte Ed Washington, un romántico perdido
  • Art Intersections Ed Washington, our very own hopeless romantic
  • JANUARY 2023
  • DECEMBER 2022
  • NOVEMBER 2022
  • OCTOBER 2022
  • SEPTEMBER 2022
  • AUGUST 2022
  • JULY 2022
  • JUNE 2022
  • MAY 2022
  • APRIL 2022
  • MARCH 2022
  • FEBRUARY 2022
  • JANUARY 2022
  • DECEMBER 2021
  • NOVEMBER 2021
  • OCTOBER 2021
  • SEPTEMBER 2021
  • AUGUST 2021
  • JULY 2021
  • JUNE 2021
  • MAY 2021
  • APRIL 2021
  • MARCH 2021
  • FEBRUARY 2021
  • JANUARY 2021
  • DECEMBER 2020
  • NOVEMBER 2020
  • Advertise with us!
  • OCTOBER 2020
  • SEPTEMBER 2020
  • AUGUST 2020
  • JULY 2020
  • JUNE 2020
  • MAY 2020
  • MAR - APR 2020
  • JAN - FEB 2020
  • NOVEMBER 2019
  • SEPTEMBER 2019
  • JULY 2019
  • MAY 2019
  • MARCH 2019
  • FEBRUARY 2019
  • NOVEMBER 2018
  • SEPTEMBER 2018
    • Yes on Salmon
    • Become a citizen
  • JUNE 2018
  • APRIL 2018
  • FEBRUARY 2018
  • DECEMBER 2017
  • SEPTEMBER 2017
  • JULY 2017
  • MAY 2017
  • Spring 2017 - No. 5
  • Winter 2016 - No. 4
  • Fall 2016 - No. 3
  • Summer 2016 - No. 2
  • Spring 2016 - No. 1
  • Contact
  • Intersecciones de Arte Ed Washington, un romántico perdido
  • Art Intersections Ed Washington, our very own hopeless romantic

Algunas veces sólo hace falta una oportunidad

Carlos y Scotty Gómez comparten con los niños de Alaska sus sueños de hockey

POR SDMN

Picture
Miembros de la familia que es la Scotty Gomez Foundation.

Durante su infancia, cuando sufría para conseguir una pelota o practicar algún deporte, Carlos Gómez no podía imaginar que su hijo Scott llegaría a ser un deportista olímpico. Tampoco habría soñado que él estaría al frente de una organización que acerca a más de 100 niños al deporte. “Amo a mis niños; me siento orgulloso de ellos”, dice cuando evoca a los jóvenes atletas que han podido jugar hockey gracias a la Scotty Gómez Foundation.

Carlos Gómez viene de una familia de inmigrantes. Sus padres llegaron a los Estados Unidos con el programa bracero y dos de sus hijos nacieron en Modesto, California. Carlos fue uno de ellos. Al poco tiempo de que él nació, sus padres fueron deportados, así que creció en México, entre la ciudad fronteriza de Tijuana y Puerto Vallarta.

La mala fortuna tocó de nuevo a su puerta y su padre murió cuando él tenía diez años. Su madre no podía ocuparse sola de sus diez hijos, así que Carlos terminó por mudarse con una tía en San Diego. Ella lo matriculó en la primaria, y Carlos comenzó a forjarse su vida de este lado de la frontera.

Un par de años después, tras el terremoto de 1964, el hermano mayor de Carlos se mudó de Los Ángeles a Alaska para trabajar en la industria de la construcción. “Como entre los latinos siempre se sigue al hermano mayor, yo vine en 1968, y luego en 1969, durante las vacaciones de verano. En 1972, cuando salí de la escuela, me vine para acá definitivamente”, recuerda.

A los 23 años se casó con una colombiana que tenía entonces 18 años. Tuvieron tres hijos. Scotty, el segundo, comenzó a jugar hockey a los cuatro años. “Como Scott fue mi único varón y yo crecí sin padre, traté de despertarle el amor a los deportes, que a mí me encantan”.

Practicar deportes de invierno es caro. Carlos recuerda: “Cuando empezaba la temporada de Scott todos teníamos que apretarnos el cinturón por el costo del hockey. Pero como padre, si un hijo o hija es de los mejores, uno le busca”. Sin embargo, nunca les faltó el apoyo de la comunidad: el Boys and Girls Club le donó su primer equipo y a lo largo de su infancia más de una persona les mostró su solidaridad.

La disciplina era importante para Carlos: “Le decía a Scott: ‘este mundo está lleno de gente ignorante, y tú no vas a ser uno de ellos; está lleno de gente borracha, y tú no vas a ser uno de ellos’”. Scott entendió el mensaje: desarrolló su talento, y jugó 16 años en las grandes ligas. Nunca jugó en las ligas menores. Ganó dos veces la Stanley Cup, y ahora se ha iniciado como entrenador de los New York Islanders.

Cuando Scott ya era una figura profesional del hockey y Carlos se retiraba de la industria de la construcción, decidieron buscar la manera de dar de vuelta a la comunidad algo de lo que generosamente recibieron de ella cuando Scott hacía sus pininos en el hielo. Primero apoyaron al Boys and Girls Club con una beca de 50,000 dólares para que los niños jugaran hockey. Tiempo después, en 2012, abrieron la Scotty Gómez Foundation y fundaron su equipo, los Borregos.

“En ese momento iba yo a la misa en español para anunciar la Fundación, y veía a muchos chiquillos que se parecían a Scott”, recuerda Carlos y asegura que al mirarlos sintió la confianza de saber que estaba haciendo lo correcto.

La Scotty Gómez Foundation atiende a 175 niños que pagan sólo la mitad de lo que cobran otros equipos. El resto de los gastos de los jugadores se solventa a través de fundraisers, que Carlos organiza y en los que todos los chicos participan.

La mayoría de los jugadores de los Borregos son de origen hispano, nativos, samoanos o de alguna otra minoría, aunque Carlos señala que él prefiere que no se piensen a sí mismos como minorías, para que no se sientan en desventaja. “No quiero que los traten como si fueran inferiores”, dice Carlos consciente de que hay personas que ejercen estas prácticas. “Mis chiquillos son buenos; sólo necesitaban una oportunidad”, agrega orgulloso.
http://www.scottygomezfoundation.com
Picture
PROUDLY POWERED BY SOL DE MEDIANOCHE NEWS, LLC.
Sol de Medianoche is a monthly publication of the Latino community in Anchorage, Alaska