Capellanes bilingües, una necesidad real más allá de una crisis
Por lina mariscal
Moyce y Sara Polanco.
En una ciudad tan diversa como Anchorage, es extremadamente importante tener a alguien que entienda las diferentes culturas, idiomas y complejidades de navegar por los diversos sistemas sociales disponibles para la comunidad.
Muchas personas piensan que los capellanes, así llamados a miembros de una fe cristiana, solo se encargan de los deberes religiosos, pasando por alto las diversas funciones que desempeñan. Pero los capellanes comunitarios rompen el molde: se sumergen por completo en las vidas de aquellos a quienes sirven y permanecen a su lado mucho después de que la crisis se desvanece.
Un capellán comunitario establece relaciones cercanas con personas de diferentes entidades para crear sistemas de apoyo. La comunidad recibe apoyo emocional, espiritual, social, financiero y, a veces, religioso de estas personas compasivas, su trabajo también implica visitar a las personas donde están: en casa, en el hospital, en la cárcel, en la iglesia y, a veces, incluso en su lugar de trabajo.
Para Moyce Polanco, pastor principal de la Iglesia de Dios Hispana Bethel durante los últimos 23 años, ser capellán de la comunidad no limita su trabajo y dedicación a brindar servicios de apoyo a los miembros de su iglesia. Explicó que decidió ser capellán de la comunidad porque lo vio como una extensión de sus deberes pastorales, y dar palabras de esperanza y paz a los necesitados complementó su deseo de servir. Es capellán desde 2014.
Saber que puede conectarse con las personas de una manera compasiva, independientemente de su afiliación religiosa, y guiarlas a través de un momento difícil en su propio idioma, le permite cumplir su deseo de ayudar a los demás. “Cuando se trabaja con personas, es importante entender que las necesidades de cada una son diferentes. En el caso del fallecimiento de una persona, algunos miembros de la familia entienden por lo que están pasando y aceptan el proceso. Otros son emocionalmente menos fuertes y necesitan más apoyo. Todo depende de las necesidades de la persona en ese momento”, explicó.
Durante su formación, los capellanes reciben una amplia orientación sobre cómo manejar el suicidio, los accidentes, los diferentes grupos de edad o culturas y, por supuesto, la intervención de crisis durante las emergencias de salud mental. También visitan a pacientes enfermos o lesionados y ofrecen compañía. Su apoyo es compasivo y desinteresado, disponible las 24 horas y gratuito.
Polanco explica: “Cuando me reúno con alguien, no estoy allí para juzgar a nadie, sino para escuchar, para tratar de hacer que la persona a la que estoy ayudando sienta paz y esperanza sin entrar en conversaciones o enseñanzas religiosas. No hay límite de tiempo para el apoyo que brindo. Por lo general, cuando ya no me piden que regrese a visitar a alguien, es porque esa persona se siente suficientemente fuerte emocionalmente como para continuar solo”. “Después de que alguien pasa por una crisis, la posibilidad de desarrollar un episodio de salud mental aumenta”, agregó Polanco.
Para obtener el mejor resultado durante un episodio de depresión o crisis mental, es crucial ayudar a alguien en su idioma para que pueda entender lo que está sucediendo sin sentirse culpable o deprimido y aceptar recibir ayuda. Si lo piensas, algunas de estas situaciones son tabú en la mayoría de las culturas,” dijo Polanco.
Es importante tener a alguien disponible para ayudar a navegar el complejo mundo del duelo, la depresión, la adicción o la salud mental. Es por eso por lo que Polanco ha dedicado tiempo a capacitar a miembros bilingües calificados de su iglesia para ayudar a otros durante un momento de necesidad.
Cualquier persona que sienta el llamado a ser compasivo y útil con aquellos que necesitan apoyo puede convertirse en capellán. Hay un proceso a seguir, pero si alguien ya está haciendo parte de ese trabajo, dar el siguiente paso no es difícil. Si bien los capellanes están disponibles para cualquier persona en cualquier situación, deben ser verdaderamente representativos de la comunidad a la que sirven. Siendo Polanco el único capellán bilingüe, otras comunidades que no hablan inglés o español quedan fuera.
Bert McQueen, capellán jubilado y fundador de los Capellanes de Policía y Bomberos de Alaska, una organización estatal sin fines de lucro con unos 100 miembros, explicó que a lo largo de los años, sus miembros tenían capellanes que hablaban otros idiomas, pero como fue hace varios años, sus servicios bilingües no eran tan necesarios como lo serían ahora, y finalmente esos capellanes se mudaron fuera del estado. Recordó algunos de los idiomas que hablaban: samoano, coreano y tagalo. Actualmente, solo hay un capellán que es bilingüe y habla español. McQueen explicó que a pesar de que la organización comenzó a partir de la necesidad de servicios de apoyo para los oficiales de paz durante una crisis, entendió el valor de extender dichos servicios a la comunidad y lo importante que era ayudar a ambos. McQueen y Polanco están de acuerdo en que la asociación se beneficiaría de tener más representación en su membresía. Anchorage es el hogar de 112 idiomas, y tener más capellanes bilingües disponibles haría que su trabajo fuera aún más valioso para todos.