Nuestra huella
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Lilian Cabrera
Nacida en Aguadilla, Puerto Rico, Lilian Cabrera llegó a Alaska en 1975, tras vivir en Nueva Jersey durante un par de años. La vida no era fácil para los latinos en Alaska durante la década de 1970. En ese momento, casi no había transporte público. Quienes no tenían coche debían caminar largas distancias. Era raro encontrar productos latinos en las tiendas. “Nos llevó mucho tiempo encontrar gandules enlatados, y no había plátano macho”. Pese a todo, los latinos encontraban formas de celebrar su cultura. A veces, Cabrera improvisaba un atuendo tradicional puertorriqueño y bailaba al ritmo del merengue y la salsa. Se unió al grupo de Leonas Latinas y terminó por enamorarse de Alaska. Ahora, sus hijos y nietos viven aquí y se han preocupado por mantener viva su herencia cultural. “Mi nieta Victoria ya sabe cocinar el arroz con gandules. Le queda delicioso”. |
Daniel Esparza
Daniel Esparza estudiaba derecho en México en 1975, cuando tomó la audaz decisión de emigrar a Alaska. Su primer trabajo en el estado fue en el restaurante mexicano La Cabaña en el centro de Anchorage. Esparza recuerda con cariño su primer septiembre en Alaska, cuando se encontraba ansioso por celebrar el Día de la Independencia de México. “Algunos mexicoamericanos que trabajaban en la base militar organizaron una fiesta. Había muy pocos latinos en Alaska en ese entonces, tal vez 10 o 20 fueron a la fiesta”. Esparza siempre ha sido un inmigrante preocupado por la comunidad. Su activismo ha impactado a numerosos grupos. Entre otras cosas, ayudó a establecer un banco de alimentos en Fairview, se ha involucrado de forma activa con la congregación hispana de la Concatedral de Nuestra Señora de Guadalupe, ha formado parte del comité de organización de eventos comunitarios de recaudación de fondos y talleres de inmigración, y desempeñó un papel clave en la creación de Sol de Medianoche y Enlaces, junto con otros líderes latinos. Durante décadas, Esparza trabajó como líder sindical. Hoy, su legado perdura en la vibrante comunidad latina que ayudó a construir. Sus esfuerzos continúan inspirando a las generaciones futuras a abogar por sus derechos y fortalecer sus raíces culturales en Alaska. |
Óscar Guarderas
El empresario peruano Óscar Guarderas llegó a Anchorage en la década de 1970 y alcanzó el éxito gracias a su determinación. Pepsi le dio su primera oportunidad en Alaska. Guarderas recuerda haber dicho a un compañero de trabajo: “Algún día te mostraré lo que significa el éxito”. Guarderas cumplió su promesa cuando fundó Big Boy Facility, una empresa de limpieza que llegó a emplear a más de 250 personas. En 1984, obtuvo el reconocimiento de la Agencia Federal de Pequeños Negocios (SBA) como Empresario del Año. Más tarde, abrió Guarderas Leasing Company, que operó hasta 2023. Guarderas fue un defensor de la equidad laboral, y abogó por la contratación de personas de minorías mientras trabajaba para el Departamento de Trabajo a principios de la década de 2000. Su activismo lo llevó a conocer a numerosos políticos, entre ellos George Bush, Ronald Reagan, Frank Murkowski, Ted Stevens, Bill Walker y Mike Dunleavy. |
Ana Gutiérrez Scholl
Ana creció amando el folklore. Su abuela vivía cerca de Garibaldi, la famosa plaza de mariachis de la Ciudad de México, y cuando Ana no quería dormir, “me llevaban a escuchar mariachis”, recuerda. Gutiérrez Scholl emigró a Alaska vía Washington. Con la intención de honrar su herencia cultural, en 2002 creó el Grupo de Danza Xochiquetzal-Tiqun, junto con Ana del Real. Al principio, Xochiquetzal-Tiqun se enfocó en los niños, pero luego el grupo se expandió para incluir adultos. Tras más de 20 años de reflexionar sobre la cultura y la danza, Gutiérrez Scholl dice: “Nuestros puntos en común con otras culturas son más grandes que nuestras diferencias. Cuando conoces las culturas de forma profunda, las reconoces y las respetas”. |
Moyce Polanco
Nacido en la República Dominicana, Moyce Polanco se mudó a Alaska a los 17 años. Asistió a la universidad, se casó y ahora es el orgulloso padre de tres hijos y el abuelo de seis nietos. Durante los últimos 23 años, Polanco ha trabajado como pastor de la Iglesia de Dios Hispana Bethel con su esposa, Sara. Polanco se toma muy en serio su papel de consejero espiritual, y ofrece orientación, apoyo y compasión a su congregación. Sin embargo, “no puedo decirles lo que tienen que hacer. Ellos deben tomar sus propias decisiones”, dice. Lo que Polanco suele hacer es compartir lo que haría él si estuviera en su lugar. En última instancia, respeta que cada persona tiene que seguir su propio camino y escribir su propia historia. |
Patricia Whited
Nacida en el Perú, Patricia Whited llegó a Alaska hace veinte años como parte de un programa de intercambio estudiantil. Durante su paso por la universidad, conoció al amor de su vida, y juntos formaron una familia. Maestra de educación especial en la Escuela Primaria Government Hill, Whited cree firmemente en el poder de la integración comunitaria a través de actividades culturales. Cada año, colabora con sus compatriotas peruanos para organizar la celebración de Nuestro Señor de los Milagros en Anchorage, un evento que atrae a casi 500 personas. “Debemos estar activos. Debemos ayudarnos los unos a los otros, no solo para la fiesta de Nuestro Señor de los Milagros, sino en todo lo demás. De eso se trata ser una comunidad”, dijo. |