Trump sacude a Alaska al permitir extraer petróleo y gas de zonas consideradas reservas nacionales
Por evaristo lara huella zero
La fauna en territorios considerados vírgenes sufriría un vertiginoso cambio con la instalación de campos petroleros
La perforación para extraer petróleo y gas, incluso en antiguas áreas protegidas de Alaska, es ahora posible luego de que el presidente Donald Trump firmara una orden para concretar dicho plan. Así, la tranquilidad del Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico y de la Reserva Nacional de Petróleo de Alaska pasará a la historia del estado rico en recursos naturales. No obstante, el interés del mandatario por acceder al petróleo en el norte del país generó comentarios encontrados.
Mientras algunos republicanos elogian la medida impulsada por Trump, por considerar que ofrece desarrollo industrial a una apartada zona del país mediante la extracción de combustibles fósiles, los defensores del medioambiente se oponen bajo el argumento de que es hogar de múltiples especies animales, incluidos lobos grises, caribúes, osos pardos, osos polares y más de 200 especies de aves.
Con el consentimiento de Trump, lo primero que se pretende es revertir cualquier restricción para talar miles de árboles de bosques y así iniciar la construcción de carreteras que facilitarán el traslado de la maquinaría y el personal necesario para comenzar a explotar los recursos.
El impacto de las perforaciones petroleras en Alaska Para los indígenas Gwich’in, el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico es considerado un territorio sagrado. Los líderes de la comunidad Iñupiaq de Kaktovik, que habita dentro del Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, apoyan las perforaciones. Sin embargo, los líderes Gwich’in se oponen al considerar que se altera la tranquilidad de la fauna autóctona.
En contraparte, la riqueza escondida bajo el suelo de Alaska le representa a Mike Dunleavy, gobernador republicano del estado, la oportunidad de generar recursos financieros que de otra manera nunca llegarán.
Bajo la perspectiva de Cooper Freeman, director para Alaska en el Centro para la Diversidad Biológica, primero deben cumplirse las leyes y normas ambientales antes de intentar desmantelar las políticas existentes que protegen al estado. “Trump no puede simplemente agitar una varita mágica y hacer que estas cosas sucedan. Estamos preparados y ansiosos por dar la lucha de nuestras vidas para mantener a Alaska grande, salvaje y abundante”, señaló en un comentario citado por la agencia de noticias The Associated Press (AP).
De momento, Trump ya instruyó a Doug Burgum, secretario del Interior, para que emita todos los permisos necesarios y comenzar a llevar “progreso” a Alaska, pero eso demandará varios años todavía.
En 2019, la Oficina de Administración de Tierras de Estados Unidos (BLM) publicó una declaración sobre el impacto ambiental en la región. En ese momento calcularon que el petróleo que se puede extraer y quemar representaría entre 0,7 y 5 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono en la atmósfera cada año, cifra equivalente en ese momento a cerca de un millón más de automóviles circulando anualmente. Además, quienes se rehúsan a la extracción del “oro negro” sostienen que el refugio de 77,000 kilómetros cuadrados podría sufrir un daño irreversible.