“Joe Biden no es un líder nato, y menos a sus 78 años. Pero siempre ha estado en las esferas de Poder. Ha sido un candidato transversal, que ha sabido aglutinar a quienes, por diversos motivos, no querían a Donald Trump en la Casa Blanca otros cuatro años. Por eso ha ganado”, dice a Sol de Medianoche la socióloga por la Universidad Nacional de Colombia Érika Rodríguez Pinzón, especialista en participación ciudadana en los procesos electorales y en la vida política. Para Érika Rodríguez, “Trump sí ha sido un líder, a pesar de sus 74 años. Pero un líder populista. Y, aunque ahora haya perdido, los resultados electorales han sido muy ajustados. Ahí está su peligro”.
Trump, el “canalla audaz” Rodríguez Pinzón ha escrito en el periódico digital español elDiario.es que Trump es “el canalla audaz, lenguaraz y desvergonzando. Es el síntoma de un país en crisis, que tras cuatro años protagonizando una parodia de gobierno, no recibe un estrepitoso castigo. Probablemente, de no ser por la COVID-19 habría sido reelegido”.
Érika Rodríguez está especializada también en economía y política de América Latina. Es investigadora en varias universidades europeas y americanas y trabaja actualmente en España, como analista de la Fundación Alternativas (vinculada al Partido Socialista, en el Gobierno español) y como profesora de la Universidad Complutense de Madrid.
Récord de participación ¿La victoria de Joe Biden y Kamala Harris se debe a una movilización del voto demócrata? “No”, opina Érika Rodríguez, “porque el voto demócrata se ha movilizado tanto como el republicano. De hecho, en estas elecciones presidenciales se han pulverizado todos los récords históricos de participación. Pero no ha habido una tendencia mayoritaria a favor de un candidato o de otro por su color político”.
“Ha habido –continúa explicando Rodríguez Pinzón– una movilización de los incondicionales, partidarios fanáticos y radicales del discurso populista de Trump y otra movilización en sentido contrario, sosegada, que, más que a favor de Biden como demócrata, se ha expresado en las urnas contra un presidente loco y xenófobo”.
En materia electoral, la participación ciudadana en Alaska ha sido tradicionalmente baja, pero es lógico en el Estado número 49 de la Unión, el más extenso de todos y en el que el clima, la dispersión de la población y la ausencia de comunicaciones terrestres no motivan para votar.
El voto latino ¿Y el voto latino? Érika Rodríguez Pinzón señala que “lo primero que hay que preguntarse es si existe aquello que se denomina el ‘voto latino’. Demoscópicamente existe, porque el origen del votante es una de las características que se registran en las encuestas con el fin de observar su comportamiento como colectivo. Asimismo, los latinos cuentan desde el punto de vista demoscópico, en cuanto que hay estados con una gran concentración de población hispana”. “Sin embargo”, añade Erika, “los resultados radicalmente distintos de la ciudad de Miami y del estado de Arizona, por ejemplo, sugieren que la idea del ‘voto latino’ es controvertida y merece un análisis más cuidadoso. Los hispanos no actúan necesariamente como un bloque y las campañas dirigidas a movilizarlos tienen que tener en consideración muchos más detalles.
Así lo hizo Trump cuando incluyó en su campaña puntos de las agendas políticas nacionales de los principales países emisores de migrantes. De esta forma, temas como el acuerdo de paz en Colombia o el del excandidato presidencial Gustavo Petro saltaron fronteras para mezclarse con otros más habituales, como el bolivarianismo o la dictadura cubana. Esta estrategia apela a la polarización política, también presente en América Latina”.