Amarillo, Azul y Rojo…
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Los libros de historia resumen eventos históricos en oraciones que narran, una después de otra, cómo las causas y consecuencias de ideas y eventos logran construir la tela de nuestro presente. La sucesión de eventos es presentada como si fuese inamovible. Sin embargo, los eventos de los últimos días en Venezuela han cambiado mi perspectiva al respecto. Estas sucesiones de eventos históricos están llenas de incertidumbre y de preguntas mientras se desarrollan. Nada está definido y todo es posible.
La situación en Venezuela escaló de manera dramática en la mañana del 30 de abril a una nueva dimensión de una crisis que se ha estado desarrollando en los últimos 5 meses desde que apegado a los artículos 333 y 350 de la constitución, el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, asumió la presidencia interina de la República mientras que el ciudadano Nicolás Maduro aún controla el poder político de manera ilegal después de las elecciones fraudulentas de mayo de 2018. Después de indultar al famoso líder opositor Leopoldo López, el presidente Guaidó, convocó un alzamiento militar desde la base de La Carlota, una de las bases militares más grandes de Venezuela. El propósito de este alzamiento fue derrocar a Nicolás Maduro. Juán Guaidó, el presidente encargado de Venezuela, reconocido por más de 50 países, acaba de culminar una gira exitosa por las ciudades occidentales de Venezuela, las cuales han sido particularmente afectadas por la emergencia humanitaria compleja causada por el régimen de Nicolás Maduro. A pesar de las difíciles condiciones de vida, las movilizaciones fueron masivas y la esperanza se sentía en el aire. Un elemento en común en las ciudades de Maracaibo y Punto Fijo, las cuales fueron visitadas por el presidente, fue la abundante presencia de banderas. De acuerdo con el folklore, el tricolor nacional tiene el siguiente significado: amarillo por el oro y los recursos naturales, azul por el mar y el cielo y rojo por la sangre derramada por nuestros ancestros. Sin embargo, este simbolismo también puede ser utilizado para entender el contexto de la crisis en Venezuela, dado a que se puede resumir en tres historias: una de recursos, otra de éxodo y una sobre las Fuerzas Armadas. La primera historia es sobre recursos. Hay una amplia cantidad de recursos minerales en el país, pero sólo uno se volvió una fuerza que ha movido la historia nacional, el petróleo. De acuerdo con información de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la extracción y procesamiento de productos petroleros comenzó a ser posible en 1914, y se volvió muy rentable, en vista de que Venezuela tiene las reservas petroleras más grandes del mundo. Este rubro se volvió el corazón de nuestra economía. 81% de las ganancias por exportación vienen de él, de acuerdo con datos del Observatorio de Complejidad Económica del Instituto Tecnológico de Massachussets. La historia del petróleo en Venezuela es como, por un tiempo, este recurso trajó prosperidad económica, pero desarrolló una economía dependiente a la exportación de petróleo y sus productos derivados. La segunda historia es sobre olas internas de éxodo. La llegada del petróleo incentivó a habitantes de zonas rurales a mudarse a ciudades. En 1936, 34% de la población vivía en ciudades. En 1971, la cifra era 77%. Esto puso a prueba al estado. Durante el transcurso del siglo XX, el gobierno no pudo proveer servicios apropiados y los habitantes fueron aislados en barrios, creando una porción de la población sin acceso a los beneficios de las ganancias petroleras. |
La tercera historia es sobre la relación entre militares y civiles. Venezuela nace después de una dura guerra de independencia liderada por Simón Bolívar. Los líderes militares cercanos lograron entrar en la cultura política y le dieron un carácter militar. Sin embargo, a medida que la economía creció durante el siglo XX, más civiles quisieron involucrarse en la política. Así que emergió una tensión política en ambas partes con respecto a quien debe tener poder. En 1958, una insurrección cívico-militar derrocó la dictadura del General Pérez Jiménez, quien representa el cenit del poder militar en la política venezolana. Los grupos que coordinaron su salida organizaron, por primera vez en nuestra historia, una hegemonía civil.
Esto trajó una democracia próspera y estable con dos partidos políticos, Acción Democrática y el Comité de Organización Política Electoral Independiente. Sin embargo, la estabilidad se convirtió en fosilización. Presidentes regresaban al puesto, tanto Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez ejercieron dos periodos no consecutivos en la presidencia. Los porcentajes de participación electoral bajaron casi 40% para los años 90. Adicionalmente, la situación económica se volvió inestable a medida que el estado se anexaba en la economía global. Hugo Chávez llega a la presidencia en 1998 en respuesta a esa inestabilidad, hablándole a aquellos olvidados por la bonanza petrolera y apelando a la tradición militar de la política. Él extendió programas sociales con la abundante ganancia petrolera causada por el incremento de los precios del petróleo al principio del milenio. Pero al hacer esto, dañó el ecosistema político, violó derechos humanos e hizo que la economía se volviera absolutamente dependiente del petróleo. Su sucesor, Maduro, al no ajustar el tamaño del estado y al incrementar la corrupción y represión, lanzó al país a su estado actual. La lección que hay que aprender de todo esto es que la crisis viene desarrollándose desde hace mucho tiempo. Lo que vemos ahora, es su máxima cristalización. Victorias importantes se han logrado en los últimos tres meses para una transición pacifica y un regreso a la estabilidad, las cuales son motivo para tener esperanza y seguir luchando, bandera en mano, por lo que viene. |