Ataúdes en memoria de los inmigrantes fallecidos al cruzar la frontera México-Estados Unidos, en Tijuana, México. Photo: Archive.
Nota editorial Contra la discriminación, el poder de la imaginación
Para nadie es un secreto que, después de la Elección General del 8 de noviembre, las expresiones de discriminación hacia las minorías se han multiplicado. Las consecuencias no se han hecho esperar: algunos miembros de nuestra comunidad han recibido ofensas o se han sentido incómodos frente a expresiones de odio racial que los afectan directamente. ¿Y qué hacer en estos casos? ¿Cómo detener esa mancha que se expande de forma dolorosa? En Sol de Medianoche sugerimos a nuestros lectores algunas acciones que pueden ayudar a lidiar con la discriminación.
1. No dejarse derrumbar por el miedo. Cuando una persona es herida, es muy posible que se sienta vulnerable y que, para evitar ese dolor, tome una actitud esquiva que no lo ayude a resolver la situación de forma positiva. El miedo no es el mejor aliado en la lucha contra la discriminación porque nos hace tomar decisiones irreexivas y tiende a convertirse en un abismo que nos hace sentir más y más frágiles cada vez. 2. Detener los discursos de odio. Toda persona merece respeto no porque sea un inmigrante o un ciudadano, sino porque es un ser humano. Sin importar el color de la piel, la religión, el país de origen, la condición económica o la orientación sexual, todos tenemos derecho a ser tratados con dignidad, y a decir “basta” a los discursos de odio. No hay que tolerar vejaciones, pero hay que tener cuidado de no herir de vuelta. Cuando se responde al odio con odio, se puede desatar una cascada de dolor que sólo agravaría el problema.
3. Desmontar los estereotipos. Las campañas de odio generalmente dividen a la gente entre un supuesto nosotros y un los otros. Y se basan en crear estereotipos de todos los otros. Pero los estereotipos son como el traje que siempre nos queda chico. Por fortuna, las personas somos mucho más grandes que las etiquetas que se quieren aplicar a diferentes aspectos de nuestras vidas. Quienes miden a los demás a través de ellos, lo hacen en una total ignorancia de las complejidades de cada persona. Para desmontar los estereotipos hay que cobrar conciencia de la grandeza de nuestros países de origen y darla a conocer amablemente a los demás.
4. Pensar en la riqueza cultural que implica ser un inmigrante. Los inmigrantes tenemos la fortuna de vivir inmersos en dos culturas, de conocer la forma en que se enfrentan las situaciones difíciles en ambas. Y esto multiplica nuestras posibilidades de salir adelante. No estamos en desventaja con respecto a nadie. Por el contrario, nuestras puertas se multiplican cuando aprendemos a ver lo positivo que es tener puesto el corazón en dos países.
5. Conocer la cultura de nuestros países de origen y sentirnos orgullosos de ella. Todos los países tienen aspectos culturales fascinantes que pueden ser poderosos motores de orgullo. Hay países que fueron cuna de civilizaciones milenarias, otros se caracterizan por su gastronomía excepcional, algunos tienen sitios que son verdaderos paraísos. En cuanto a la gente, en cada ser humano hay rasgos positivos que resaltar. Una persona orgullosa de sus raíces está orgullosa de sí misma, y comparte sobre su cultura con una sonrisa en la boca. Casi nadie se atreve a desafiar a quien tiene una imagen sólida de sí mismo y a quien mira con respeto aquello que lo constituye.
6. Denunciar. Si experimentas algún tipo de racismo en una institución pública o privada, busca a las autoridades competentes y denuncia. Los Estados Unidos es un país con una larga lucha por la igualdad. En honor de esa historia, quienes vivimos en este país tenemos el derecho y la obligación de denunciar todo trato discriminatorio.
7. Hablar, construir, crear. Cuando alguien se siente herido, no es buena idea dar espacio al dolor. Es importante hablar con la gente de confianza para desahogar las frustraciones, y crear: escribir, pintar, actuar, hacer trabajo comunitario. En lugar de dejarse abatir por la tristeza, es más útil transformar los sentimientos de dolor en algo positivo que ayude a nuestra sociedad a no dividir más, a aceptar nuestras diferencias y a aprender que la grandeza de cada uno está en eso que nos hace únicos. Hay que ser más grande que el odio: contra la discriminación, habrá que usar el poder de la imaginación. Luchar contra el racismo no es cómodo y no es fácil, pero es necesario, sobre todo en este momento. El reto es sustituir el muro de odio por un puente de solidaridad que nos ayude a encontrarnos y a reconocernos como seres humanos, y que nos recuerde de forma constante que todos somos diferentes, pero que estamos juntos en el desafío de construir un mejor país para todos.