Diferencias entre la recesión de 1985 y la crisis de 2016
por MOUHCINE GUETTABI, PhD INSTITUTE OF SOCIAL AND ECONOMIC RESEARCH, UAA
El oleoducto sobre soportes deslizables en el cruce de la falla de Denali. / The pipeline on slider supports where it crosses the Denali Fault.
(Foto/Photo: Archive)
El presupuesto de Alaska ha cobrado tintes preocupantes debido a la baja de los precios del crudo. Para el Estado esto implica una serie de dificultades pues, para pagar sus gastos, Alaska depende de forma significativa de los ingresos del petróleo. Esto puede convertirse en una fuente de preocupaciones para la población, pues la salud del presupuesto gubernamental a menudo se refleja en la salud de la economía privada. Sin embargo, sin demeritar la importancia que la industria petrolera y el sector gubernamental revisten para Alaska, el Estado posee otras importantes fuentes de ingresos que también estimulan el crecimiento. De hecho, sólo el 5.58 por ciento de la población se emplea directamente en el sector de recursos naturales.
En Alaska, las industrias básicas —que venden bienes y servicios principalmente a los mercados externos y así traen dine- ro a la economía— incluyen los sectores forestal, la pesca y la caza, la minería, el sector de transporte y almacenaje, y el gobierno y las empresas del Estado. En Alaska el gobierno federal se considera básico porque sus recursos provienen de dinero externo. Las industrias de apoyo venden bienes y servicios principalmente a los mercados dentro de Alaska y así re- circulan el dinero en la economía.
En cuanto a las tasas de empleo, el sector de cuidado de la salud y asistencia social es el más grande y el de la venta al menudeo ocupa un cercano segundo lugar. La burocracia condensa el 23 por ciento del empleo en Alaska y el 31 por ciento de los ingresos totales de sueldos y salarios. Los municipios en el estado son muy heterogéneos y muchas veces su economía depende de la burocracia. Habrá que considerar estas diferencias regionales al aprobar los recortes presupuestales necesarios para enfrentar la crisis.
Alaska no atravesó por la recesión económica que sufrieron los 48 estados continentales. De hecho, aquí sólo se vivió un año de crecimiento negativo en 2009; sin embargo, hemos visto una desaceleración económica anual desde el 2011. Este proceso se debe tanto a la recuperación del resto del país como a la baja de los precios del petróleo.
En materia de empleo, la desaceleración actual sólo ha afectado a los sectores de petróleo y gas, construcción y gobierno. Su gravedad y duración serán determinadas por el efecto multiplica- dor de estas pérdidas —que se dejarán sentir de forma directa por aquellos que dejen de percibir este dinero e indirecta por las compañías en las que este dinero se hubiera empleado—, sumado a las decisiones de la Legislatura. Los recortes presupuestales podrían tensar aún más la actividad económica, pero a corto plazo parecen inevitables.
La caída de los precios del petróleo y los ajustes del gobierno no parecen ser temporales. La respuesta de los hogares y las empresas a la incertidumbre es difícil de predecir, pero se prevé que el índice de empleo caerá hasta en un dos por ciento en 2016.
Sin embargo, la economía actual de Alaska es muy diferente a la de la se- vera recesión de 1985. En primer lugar, hemos conservado un crecimiento lento y constante durante el último cuarto de siglo y la economía ya no depende de forma significativa de la volatilidad del empleo o de la población. Además el empleo ha crecido en un 50 por ciento y existen alternativas a las fuentes de ingresos como el Permanent Fund Dividend (PFD). Las jubilaciones también han aumentado de forma considerable y benefician a un número significativo de trabajadores. Estas diferencias dejan claro que no debemos sacar conclusiones sobre el futuro de Alaska basándonos en recesiones anteriores.