Alaska, centro de tensiones internacionales
Muy a pesar de los alaskeños, Alaska está en el tablero de un peligroso “juego” de estrategias y tensiones internacionales en las que Estados Unidos y Canadá juegan un papel decisivo. Tres objetos no identificados han sobrevolado los cielos de Alaska este febrero: el primero era un artefacto chino de espionaje. De los otros dos se desconoce su origen al cierre de esta edición de Sol de Medianoche. Los tres fueron abatidos en Montana, Alaska y la parte canadiense de Yukon, respectivamente.El gobernador de Alaska, Mike Dunleavy, tiene razón en una cosa. Pero en otra no. Tiene razón cuando dice que Alaska es el territorio norteamericano más próximo a Rusia, China, Corea y otros países de zonas geográficas “muy sensibles” para la seguridad y la paz mundial. Pero no la tiene cuando insinúa que el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, no ha sabido actuar con firmeza y ha querido dejar entrever que estos graves y preocupantes incidentes habrían sido atajados con rotundidad con Donald Trump en la Casa Blanca.
Esto no es verdad. Con Trump ha habido otros vuelos de espionaje anteriores. Los servicios de inteligencia de diferentes países en América y Europa estiman que ha habido al menos cuarenta vuelos de artefactos sospechosos en otros tantos países, Estados Unidos entre ellos. Trump acusó a China de utilizar la alta tecnología de terminales de telefonía móvil y electrodomésticos aparentemente inofensivos fabricados en este país asiático para recopilar todo tipo de información, que estos aparatos pasaban a destinos desconocidos a través de Internet. Con Trump, los dos gigantes tecnológicos chinos, Huawei y ZTE, fueron acusados otra vez de estas prácticas. Decimos otra vez porque ya habían sido acusados en 2012. Pero fue Biden quien, en noviembre de 2022, prohibió definitivamente a las importaciones de estas dos marchas chinas. En cuanto a los globos, el primero era un aparato espía chino. Entró en Estados Unidos por Alaska. Sobrevoló el Mar de Bering y pasó entre las Islas Aleutianas y Kvichak Bay, en el lado noreste de la bahía de Bristol, al sur de este estado. El globo espía chino subió hasta Unalakleet, en el Área censal de Nome; cruzó hacia el Este hasta rebasar el río Yukon; sobrevoló las cercanías de Fairbanks y de la base Eielson de las Fuerzas Aéreas y entró en territorio canadiense para volver a entrar en Estados Unidos sobrevolando cierto número de lugares sensibles y Billings (Montana), que acoge varios silos de armamento nuclear y misiles intercontinentales y es uno de los tres lugares más estratégicos de los Estados Unidos. El globo fue abatido por el ejército norteamericano. En su discurso del estado de la Unión, que marca el ecuador de su mandato, el presidente Joe Biden ha dicho el martes 7 de febrero pasado: “si China amenaza nuestra soberanía, actuaremos para proteger a nuestro país”. Días después, un segundo aparato (éste de origen desconocido hasta la fecha de cerrar esta edición de Sol de Medianoche) volvió a los cielos de Alaska y fue también abatido. Y un tercer artefacto sospechoso y sin identificación fue abatido también por las fuerzas aéreas combinadas canadienses y estadounidenses sobre la región de Yukon, en territorio canadiense. El caza que disparó contra este tercer objeto era del ejército canadiense. Nuevamente, Biden y el presidente de Canadá, Justin Trudeau, hicieron saber al mundo que actuarán con rotundidad frente a cualquier amenaza. Una advertencia que muchos interpretan como un claro mensaje de firmeza ante China. Son muchos los episodios en que Alaska se ve metida en tensiones entre potencias mundiales. Con frecuencia, aviones caza y bombarderos rusos pasan tan cerca de las costas de Alaska que es obvio pensar que se trata de maniobras de provocación. Obligan a las fuerzas aéreas estadounidenses, y a veces a las canadienses, a responder con otros cazas para interceptarlos. Vladímir Putin es muy aficionado a este peligroso “juego”, incluso cuando todos sus esfuerzos militares están concentrados en la invasión de Ucrania desde hace un año. Putin quiere medir la capacidad de reacción de las fuerzas armadas estadounidenses y para ello utiliza el territorio de Alaska. |