“Por lo general nuestros oficiales no se fijan en el estatus migratorio de las personas cuando hacen su trabajo”, aseguró el capitán Justin Doll, nuevo jefe del Anchorage Police Department (APD) cuando Sol de Medianoche le preguntó por los desafíos a los que se enfrentará en su nueva posición.
Doll llegó a Alaska en 1985. Estudió la secundaria en Anchorage y después se graduó de Economía en UAA, hizo una maestría en Administración Pública en UAS, y realizó entrenamientos en la Academia Nacional del FBI. Conoció el trabajo del APD durante su juventud temprana, pues algunos de sus amigos trabajaban ahí. Más adelante, cuando Doll era empleado del aeropuerto, descubrió que había vacantes en el APD, ingresó su solicitud y fue seleccionado. “Disfruté formar parte de la Academia, pero una vez que me tocó estar en las calles como patrullero, amé profundamente mi trabajo”. Además de haber sido patrullero, Doll se ha desempeñado como supervisor de una unidad de tráfico, miembro del equipo SWAT, técnico en bombas, y comandante de las Unidades de Detectives de Homicidio y Robo / Asalto. Doll recuerda con particular afecto los veranos en que patrullaba la ciudad en motocicleta y asistía a eventos comunitarios en las escuelas primarias. En esa proximidad con la gente Doll descubrió que la labor del Departamento de Policía es mucho más que vigilar por el cumplimiento de la ley: hay que estar cerca de la gente. “Como agencia hemos estado en la posición de esforzarnos por varios años para dar respuesta a las necesidades básicas de emergencia de la ciudad, en cuanto a atender llamadas y asuntos por el estilo”, dice, y añade que el APD debe tratar de “comenzar a cambiar la mentalidad de nuestros oficiales para que sepan que está bien tomarse un poco de tiempo para resolver los problemas de los residentes”. Doll explica que por el momento la cultura en el APD es “ir tan rápido como sea posible”, y que trabajará por reducir la primacía de la velocidad para que los oficiales se detengan a investigar cuáles son las preocupaciones en materia de seguridad de los habitantes cada colonia. Desde la perspectiva de Doll, estos contactos con los residentes sirven para construir la confianza. La diversidad cultural y étnica de Anchorage es un desafío que el APD se toma con seriedad: “Es importante escuchar. Las personas tienen diferentes antecedentes y preocupaciones distintas. El propio Anchorage es muy variado porque es tan extenso. Los problemas de quienes viven en Muldoon no son los mismos de los que tienen quienes viven en el centro. Incluso el clima cambia en las distintas partes de la ciudad. La mejor forma de abordar esta diversidad es estando consciente de ella y escuchando las preocupaciones de la gente”. Al ser los encargados de la seguridad de una comunidad tan diversa, los oficiales del APD están acostumbrados a tratar con gente de diferentes orígenes y no suelen perfilar a la gente para detenerla, asegura Doll. “He trabajado aquí por más de veinte años y nunca he visto que esto se dé”, agrega y concluye que esta práctica es “tan ajena a la forma en que la agencia funciona, que los oficiales ni siquiera lo piensan”. Doll deja claro: “Queremos que cada residente se sienta seguro de reportar crímenes al Departamento de Policía”, porque en el día a día de quienes laboran en el APD el estatus migratorio de los residentes de Anchorage “simplemente no es un problema”. |
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