En Jalisco se destila la bebida más representativa de México, el tequila, con el néctar del agave azul. Se dice de este potente licor que es capaz de dar calor a quien tome sólo un sorbo, y se sabe que los “charros” de la época de oro del cine mexicano bebían tequila antes de dar sus serenatas. Con este mismo espíritu mexicano, el mariachi Agave Azul calienta la ciudad invernal de Anchorage con su música mexicana tradicional.
Desde su fundación en 2011, Agave Azul ha crecido y cambiado, pero ha conservado vivo su objetivo: mantener viva la cultura de los mexicanos en Anchorage y compartirla con la comunidad a través de la música. German Badillo, de 25 años, es uno de los miembros originales de la banda y toca el guitarrón, un instrumento similar a una guitarra, pero de cuerpo ancho y seis cuerdas. Él asegura que el grupo ha superado las expectativas que él se forjó hace cinco años cuando lo fundó con tres amigos a quienes conoció en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. En sus cinco años de existencia, Agave Azul ha tenido la oportunidad de ofrecer recitales para el presidente Obama, el cómico George López, las tropas de la Joint Base Elmendorf-Richardson (JBER), los Anchorage Bucks —el equipo de béisbol—, y para innumerables eventos en la ciudad y en ocasiones especiales.
Actualmente Agave Azul cuenta con casi una docena de miembros que oscilan entre los 14 y los 25 años. Algunos nacieron en México y otros en Alaska, pero tienen ascendencia mexicana. Hay algunos más que no tienen conexión con la Tierra Azteca, salvo su pasión por la música de mariachis.
El grupo se presenta en eventos como el Día de los Muertos de Out North Contemporary Art House y también en bodas, fiestas de quince años, parrilladas, fiestas familiares, bautizos y en las celebraciones de la Independencia de México y de la Virgen de Guadalupe. Durante el verano, tocan casi cada n de semana.
Javier Acuña, de 18 años, canta y toca el violín. Él piensa que habrá una comunidad latina para siempre en Anchorage, y quiere seguir celebrando la cultura de su patria. Su hermana Bella tiene 14 años, es la más joven del grupo y toca el violín. Leila Spelman, de 25, también es violinista y cantante. Ella señala que la gente que crece en Anchorage se acostumbra a la diversidad cultural de la ciudad. Leila tiene ascendencias japonesa, alemana, e indonesia, y cree en la importancia de compartir y celebrar las diversas culturas. Nacida en México, la violinista Georgina Azpilcueta tiene 17 años. Como una nueva residente de Anchorage, se da cuenta de que, aunque hay una gran población latina en la ciudad, no hay una buena difusión de sus actividades culturales. A ella le gustaría ver una comunidad latina más conectada.
El apoyo de algunos latinos ha sido fundamental para el grupo. Una de ellas es Indra Arriaga, a quien los músicos agradecen su presencia constante.
El mariachi Agave Azul, integrado por gente de una nueva generación, garantiza un futuro brillante para la música de mariachi en Alaska, que seguirá viva en tanto que los jóvenes sigan tocando, compartiendo y disfrutando de la música mexicana. Para los mexicanos en Alaska, la patria está muy lejos, pero estos talentosos músicos la saben hacer sentir cerca de los corazones.