Cambio climático en la última frontera “¡Lucharé hasta que me derrita!” POR Samarys Seguinot Medina
Esas son las palabras de la respetada anciana, Annie Alowa, originaria de la aldea nativa de Savoonga, Sivuqaq, Alaska. Las palabras de Annie se refieren a brindar salud y justicia ambiental a su gente debido a la exposición a químicos tóxicos que dejó el ejército de los Estados Unidos en la era de la Guerra Fría y a los serios problemas de salud que enfrentan sus comunidades. La frase también expresa la realidad de lo que está sucediendo en su comunidad y en tantas otras actualmente; estamos literalmente derritiéndonos en Alaska.
Según los hallazgos de la Cuarta Evaluación Nacional del Clima (2019), Alaska se está calentando más rápido que cualquier otro estado de los EE.UU.. Alaska y el Ártico se están calentando al menos dos veces más rápido que el resto del planeta. La investigación indica que una amplia gama de COP (contaminantes orgánicos persistentes) se han movilizado a la atmósfera ártica en las últimas dos décadas como resultado del cambio climático, lo que confirma que el calentamiento del Ártico podría socavar los esfuerzos mundiales para reducir la exposición ambiental y humana a estos químicos tóxicos (Ma et al. 2011).
Este octubre, en la Convención de la Federación de Nativos de Alaska (AFN, por sus siglas en inglés), la reunión anual más grande en los Estados Unidos de todos los pueblos indígenas, se votó para declarar una emergencia de cambio climático en Alaska. El calentamiento global está teniendo un efecto significativo al cambiar los patrones climáticos, pone en peligro la seguridad alimentaria, amenaza los ecosistemas, la propiedad y la salud de la tierra, y está teniendo un gran impacto en la salud mental, física y emocional de sus ciudadanos. Pero este no es el final, podemos ayudar a la Madre Tierra a curarse a sí misma y ser administradores responsables para el beneficio de los jóvenes y las generaciones futuras.
Las siguientes son sugerencias de acciones que podemos tomar para avanzar hacia la justicia climática. Conservar energía como parte de su rutina diaria y sus decisiones como consumidor. Brindar su apoyo a iniciativas de cambio climático y a grupos u organizaciones que trabajan por la justicia climática. Concientizar a las personas sobre cómo el cambio climático perjudica la salud. Decirle a sus representantes que la transición de combustibles fósiles sucios a energías renovables limpias tiene que ser una prioridad ya que esto es vital para tener comunidades más saludables y seguras. Detener el uso de plásticos de un sólo uso y eliminar su uso innecesario en el hogar y el trabajo. Cuando compre electrodomésticos nuevos como refrigeradores, lavadoras y secadoras, busque productos con la etiqueta Energy Star; éstos cumplen con un estándar de eficiencia energética más alto que los requisitos federales mínimos. Cuando compre un automóvil, busque uno con el mayor rendimiento de combustible y las emisiones más bajas. También puede reducir sus emisiones al tomar transporte público, andar en bicicleta, caminar o compartir el automóvil cuando sea posible.
La Dra. Samarys Seguinot Medina es la directora del Programa de Salud Ambiental de Alaska Community Action on Toxics (ACAT), una organización sin fines de lucro de salud y justicia ambiental con sede en Anchorage, Alaska. Su misión: Creemos que todas las personas tienen derecho a aire limpio, agua limpia y alimentos libres de tóxicos. Impulsado por una creencia fundamental en la justicia ambiental, ACAT empodera a las comunidades para eliminar la exposición a sustancias tóxicas a través de la investigación colaborativa, la ciencia compartida, la educación, la organización comunitaria y colaboraciones e iniciativas de abogacía.