En 1856 el ensayista chileno Francisco Bilbao usó por primera vez el término “América Latina” para hablar de una región cuyos países compartían ciertas características y que debía estar unida. En una conferencia dictada en París frente a la comunidad diplomática, Bilbao llamaba a “unificar el alma de la América”, una propuesta que ha permeado el pensamiento latinoamericano desde entonces. ¿Qué quiere decir “unificar el alma de la América”? ¿Y qué significa esto para los latinos que vivimos en los Estados Unidos?
América Latina como la conocemos ahora cubre 20 millones de kilómetros cuadrados, desde el Río Bravo, en la frontera sur de los Estados Unidos, hasta la Tierra del Fuego, en el extremo sur de Sudamérica. Comprende 20 países en los que se hablan lenguas derivadas del latín —español, portugués, francés y criollo—, pero también cientos de idiomas nativos, como el náhuatl en el centro de México, el quechua en regiones de Bolivia, Perú y Ecuador, y el mapudungún en territorios de Chile y Argentina. Es una tierra en la que florecieron civilizaciones antiguas, entre las cuales destacan los aztecas, los mayas y los incas como las más conocidas. Los países de América Latina comparten un doloroso pasado colonial que dejó marcas imborrables en nuestra identidad. Entre las más profundas se encuentra el mestizaje de nuestras culturas que enriqueció la arquitectura, la pintura, la música, la gastronomía, e incluso nuestra lengua, que ha aceptado gustosa términos de las culturas indígenas. En el periodo colonial el oro y la plata extraídos de nuestras tierras hicieron del Imperio Español uno de los más poderosos de aquel momento. Pero este orgullo por lo que se producía en nuestra América Latina también nutrió los corazones de nuestros habitantes, quienes decidieron ponerle fin a la opresión colonial. El periodo de luchas de independencia en América Latina se inicia con la de México en 1810 y termina en 1895 cuando Cuba gana su soberanía. Fue entonces cuando algunos de nuestros libertadores —por ejemplo Simón Bolívar y José Martí— comenzaron a hablar de unir “las Américas”, como se nombraba entonces al territorio que hoy es América Latina. Durante la segunda mitad del siglo XX la presencia económica, diplomática y militar de los Estados Unidos en la región se había incrementado. Los movimientos de izquierda habían anidado en varios de nuestros países. Estos grupos luchaban por la autonomía de América Latina; por conseguir que los latinoamericanos nos hiciéramos cargo de nuestro destino. Los movimientos de izquierda buscaban una suerte de utopía latinoamericana que probó estar más allá de su alcance. Se impusieron las dictaduras. En respuesta se crearon grupos paramilitares y se extendió la violencia. Durante la década de 1990 América Latina vivió un crecimiento económico sin precedentes. Países como Brasil y México empezaron a ser señalados como “potencias emergentes”, fluyó la inversión extranjera y se firmaron algunos tratados de libre comercio. Pero se acentuó la desigualdad y se dio un gran descontento. Al cambio de siglo llegaron al poder no candidatos de los grupos políticos, sino personajes que emergían del pueblo, entre ellos Evo Morales en Bolivia y José Mujica en Uruguay. Parte de la historia compartida de América Latina también ha sido la migración a Estados Unidos. Oleadas intensas de migrantes han marcado la identidad de los Estados Unidos, pero también la de los países de América Latina. Hoy, los hispanos somos la minoría más grande de los Estados Unidos. La organización Latino Donor Collaborative estima que para 2020 los hispanos seremos responsables de casi la cuarta parte del crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto) del país, y representaremos el 12.7 por ciento del PIB total de los Estados Unidos. Es cierto que los herederos de las culturas de América Latina somos profundamente diversos. Pero también es cierto que compartimos una historia con heridas que nos han enseñado a enfrentar la adversidad. Compartimos también una tradición de trabajo y un sueño por ver a una América Latina unida. Este anhelo nos pertenece a todos, lo mismo a los latinoamericanos que habitan en la lejanísima Tierra del Fuego, que a quienes celebramos el orgullo de ser latinos en este rincón norte del mundo. Ésta es nuestra herencia, y debemos celebrarla. ¡Feliz Mes de la Herencia Hispana para todos! |
Orgullosamente latino El Center for American Progress calcula que los DREAMers en Alaska contribuyen en 8.6 millones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB) anual. De acuerdo con el PEW Research Center, 5.4% de los votantes de Alaska son de origen Latino. También en estimaciones del PEW Research Center, hacia 2014 el 86% de los hispanos en Alaska habían nacido en los Estados Unidos, en tanto que el 14% eran inmigrantes. De acuerdo con cifras del Pentágono, 1,620 soldados de origen hispano han sido asignados a las bases militares de Alaska. Según la Unicef (United Nations Children’s Fund), en América Latina se hablan 420 lenguas indígenas. |