Corbevax, una vacuna contra la pobreza Por CARLOS MATÍAS
La científica latina María Elena Bottazzi ha sido postulada al Premio Nobel de la Paz por su contribución a crear la única vacuna universal contra el Covid-19, libre de patentes para que el mundo entero pueda fabricarla y administrarla a la población, sin discriminación por raza, religión, nivel económico o país. La doctora Bottazzi ha hablado con Sol de Medianoche tras conocer su nominación, junto con el doctor Peter Hotez, el Papa Francisco y la activista Greta Thunberg, entre otros. El Comité Noruego del Nobel decidirá el ganador en octubre.
María Elena Bottazzi es microbióloga del Centro para el Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil de Texas, en el Colegio de Medicina Baylor, en Houston. Junto con el doctor Peter Hotez, de Baylor Medicine, es autora de la vacuna Corbevax contra el Covid-19, la única libre de patentes y que Hotez y Bottazzi comparten universalmente para que todo el mundo se pueda proteger.
“Es una vacuna contra la pobreza”, explica María Elena Bottazzi a Sol de Medianoche. “Queríamos una vacuna única, libre de patentes y más barata de producir y lo hemos conseguido. Queremos beneficiar a las personas”, añade, “y hemos pensado en las naciones y pueblos más pobres del mundo. Queremos promover la salud pública sin barreras económicas, ideológicas o religiosas y el resultado es Corbevax”.
Y el resultado, también, es que los doctores Bottazzi y Hotez han sido nominados al Premio Nobel de la Paz por su trabajo. María Elena Bottazzi nació en Italia y creció en Honduras, donde estudió Microbiología y Química Clínica, en 1989. Como latina ha tenido que superar discriminaciones y prejuicios. Pero ha podido con todo ello. Bottazzi obtuvo el doctorado en Inmunología Molecular y Patología Experimental de la Universidad de Florida en 1995; realizó su trabajo posdoctoral en Biología Celular en la Universidad de Miami, en 1998, y en la Universidad de Pensilvania, en 2001. Enseñó en la Universidad George Washington y marchó a Houston para trabajar en el Centro de Desarrollo de Vacunas del Hospital Infantil de Texas, en 2011. Desde entonces, hace más de una década, investiga y trabaja para crear vacunas. “Nuestro objetivo ha sido desarrollar vacunas baratas y duraderas para contribuir a la salud mundial”, dice Bottazzi a Sol de Medianoche. Su trabajo se ha centrado en “crear la nueva vacuna Corbevax y hacerla accesible y fácil de replicar en países de todo el mundo”.
¿Qué diferencia a Corbevax de las demás vacunas? Bottazzi lo explica: “la tecnología con la que ha sido creada es conocida; se basa en las experiencias previas de las vacunas como la de la hepatitis B, la de la tosferina y otras sobradamente conocidas. Esto inspira confianza y disminuye los temores a supuestos efectos secundarios adversos de una vacuna reciente y, por reciente, desconocida. Está elaborada con proteínas, de manera vegana, porque usamos un sistema de fermentación de levadura”.
Dicho de otra forma: en lugar de la tecnología de ARNm de Pfizer y Moderna, u otras, Corbevax se basa en las proteínas recombinantes utilizadas durante décadas.Así, no hay lugar a cuestiones de conciencia por no estar elaborada con células de origen humano. “Esta tecnología es más barata y su desarrollo es gratuito. Cualquier gobierno o empresa puede contactarnos y les daremos el kit de inicio para empezar a fabricar. Nuestras dosis cuestan entre $2 y $3, mucho menos que las demás. Y tiene más del 80% de efectividad con las variantes Beta y Delta. Ahora investigamos cómo reacciona con Ómicron”.
“Cuando se trata de crisis de salud pública, los países en desarrollo dependen de la tecnología de los países ricos. Latinoamérica siempre tienen que esperar a que alguien resuelva sus problemas. Ésta es una oportunidad para empezar a tener autosuficiencia regional”, dice. Para finalizar, María Elena Bottazzi recomienda: “Que nadie baje la guardia; que nadie relaje las medidas de precaución y protección contra los contagios de esta pandemia”.