Desde California a Alaska Con Pasos Firmes “Trabajar duro y tener éxito es una forma de luchar contra los estereotipos que se han acuñado para los latinos.”
POR Indra Arriaga
Foto/Photography: Coldfoot Environmental.
Alaska, la Última Frontera de los Estados Unidos, además de ser un sitio bello, es una oportunidad para quienes tienen valor y espíritu de aventura. Esto fue lo que convenció a Cuauhtémoc Rodríguez de hacer su vida en el estado y de abrir aquí una exitosa empresa: Coldfoot Environmental.
Rodríguez nació en Los Ángeles, California. Cuando era niño, su familia se mudó a Chula Vista, una de las ciudades más grandes en el área metropolitana de San Diego. Chula Vista está muy cerca de la frontera con México y de la ciudad de Tijuana. En esa realidad de méxico-norteamericano Rodríguez creció con tres hermanos, y ahí aprendió los valores que le ayudarían a salir adelante años después en Alaska.
Un poco antes de cumplir los 18 años, Rodríguez se unió a la fuerza aérea. Gracias a ella llegó a Alaska en mayo de 1994, cuando fue contratado para el escuadrón de la Elmendorf Air Force Base. En ese periodo Rodríguez se involucró con actividades de campismo y muy pronto se enamoró de Alaska. Cuando llegó el momento de alistarse de nuevo en la milicia, se topó con que nada le garantizaba quedarse en Alaska, de modo que dejó el aire para iniciar su camino en el Estado 49. Fue entonces que compró una pequeña parcela en Eklutna y comenzó a construir su vida.
Abrirse camino en Alaska no fue fácil. Rodríguez era muy joven, tenía una amplia experiencia en la gestión de contratos y en el area de adquisiciones de la fuerza aérea, pero fuera de ese ámbito aún tenía que forjarse un camino. Al principio encontró un empleo gestionan do contratos para una compañía constructora. Más adelante tuvo la oportunidad de iniciar un nuevo negocio y abrió Coldfoot Environmental.
Coldfoot Environmental se especializa limpieza de residuos peligrosos, demolición de edificios, acarreo de asbesto y otras tareas urbanas, incluyendo consultoría y pruebas. La compañía nació como una subcontratista para empresas fuera del estado hasta que comenzó a ganar sus propios contratos. Hoy día juega un papel importante en el medio en Alaska, pues recurren a sus servicios lo mismo organismos estatales, que las fuerzas armadas, los gobiernos municipales y el sistema escolar. La compañía creció poco a poco y actualmente emplea de diez a 45 personas, dependiendo de la temporada. Coldfoot Environmental contrata a sujetos con una amplia gama de habilidades, desde administradores de proyecto hasta superintendentes, choferes, operadores de maquinaria, carpinteros, etcétera.
Rodríguez hizo uso de los programas destinados a las pequeñas empresas para mejorar la situación de Coldfoot Environmental. Hoy, la compañía ostenta un Certificado 8(A) para propietarios veteranos con capacidades diferentes. Coldfoot ha recibido una buena cantidad de premios por la alta calidad de su trabajo, y Rodríguez ha sido reconocido como líder del mercado. Coldfoot compite por contratos de construcción y materiales peligrosos y emplea un modelo de gestión interna. Esto quiere decir que la empresa se ocupa de que casi todo se realice por su personal, lo cual le permite garantizar una mejor administración de los proyectos y conservar costos bajos para el cliente.
Ante la pregunta de si su origen latino le ha ayudado u obstaculizado su camino, Rodríguez asegura que puede mirar pros y contras. Dice que al ser un méxico-norteamericano que creció con casi nada en una ciudad fronteriza, aprendió a esforzarse desde una edad muy temprana. Trabajar duro y tener éxito es una forma de luchar contra los estereotipos que se han acuñado para los latinos. Rodríguez asegura que era difícil que lo contrataran porque se había alistado en la fuerza aérea, era joven y latino, y casi nadie le tenía fe porque era difícil creer que tuviera experiencia. Asegura que la gente no creía que “tipos como yo pudiéramos prender motores y echar a andar estos grandes proyectos”.
Rodríguez recuerda que cada día tenía que tomar decisiones sobre qué hacer con su tiempo y con el dinero que con tanto empeño había reunido. Pensaba: “Podría salir a tomar una cerveza, o podría comprar algún trozo de madera para mi casa”, y poco a poco comenzó a optar por la segunda. Rodríguez ahora vive en Anchorage con su hermosa familia. Tiene tres hijos, quienes —comenta— no necesariamente comprenden por lo que tuvo que pasar cuando era niño. Pero esto es normal, puesto que ellos están creciendo en un estado diferente y han vivido distintas experiencias. Pero Rodríguez tiene confianza en que poco a poco cada uno tendrá las propias. Él le da a sus hijos un consejo que es útil para cualquiera: “Tienen que trabajar duro y no deben detenerse. No hay mejor fórmula. Cuando quieran rendirse es porque habrán llegado a un nivel más avanzado; en lugar de dejarlo todo sigan adelante”. Después dijo que aprovechar las oportunidades es fundamental para alcanzar el éxito. En su infancia como un niño en Chula Vista dirigir una compañía era sólo un sueño para Rodríguez; ahora es su realidad. “Nada es inalcanzable. La constancia es grande”.