Incertidumbre y esperanza POR MARISOL VARGAS CLASE DE MMXX
El pasado 6 de marzo fue mi último día de cuarto año de preparatoria, pero solo soy una de los millones de estudiantes que han dejado de crear sus últimos recuerdos con compañeros y amigos. De la noche a la mañana, nuestras vidas cambiaron para siempre y nunca tuvimos la oportunidad de despedirnos. Es algo absurdo pensar que viví mi último día de escuela sin saberlo. Aquel refrán que dice, no sabes lo que tienes hasta que lo ves perdido, tiene mucha razón. La escuela no solo me ofrecía un lugar para aprender, sino una rutina, un estilo de vida. La ansiedad y emoción que sentimos los últimos días de escuela, despidiéndome de maestros que me ayudaron a crecer los últimos 4 años me fue arrebatada.
Sin embargo, el apoyo de nuestra comunidad ha sido alentador. Todos han trabajado duro para hacernos sentir queridos a pesar de la situación: los maestros, el personal administrativo e incluso los padres de familia. En West se ha planeado hacer un video para resaltar los logros de nuestros estudiantes. Además, crearon páginas en las redes sociales para destacar a todos los estudiantes de la clase de 2020. Mis maestros han sido pacientes durante el periodo de transición al aprendizaje en línea. De igual manera, mis papás me han ayudado a tomar las mejores decisiones para el futuro. Me siento tan orgullosa de ser parte de una comunidad que me ha brindado tanto cariño y me gustaría darle las gracias por permanecer unidos en estos tiempos difíciles.
A mis queridos compañeros quiero decirles que este año será diferente y eso está bien. La conclusión de nuestro ciclo escolar ha traído desafíos, pero nos ha hecho más fuertes de lo que nadie podría haberse imaginado. Somos lo suficientemente fuertes como para crecer, aprender y cuestionar a la política actual a pesar de ser jóvenes; desafiamos a los adultos que nos dijeron que nunca podríamos entender. Somos lo suficientemente fuertes como para difundir el amor y aceptar más a las personas que las generaciones anteriores, independientemente de la raza, el género, la orientación sexual, etc. Somos lo suficientemente fuertes como para apoyarnos mutuamente a lo largo de la locura y para encontrar humor y reír aun cuando las cosas se ponen mal. Somos afortunados de vivir en un lugar que empleó medidas tempranas para disminuir la transmisión del virus. Nos adaptamos, superamos y encontramos formas de permanecer unidos para prosperar. La clase de 2020 ha crecido en tiempos de incertidumbre, caos y cambio, pero hemos encontrado una manera de convertirlo en esperanza para mejorar. No necesitamos una ceremonia para celebrar nuestra graduación, simplemente, celebremos todos los días junto a nuestros seres queridos y vivamos la vida al máximo. ¡Ya no nos enfoquemos en lo que hemos perdido, sino en lo que tenemos por delante! Este tiempo de confinamiento nos ha servido para reflexionar y darnos cuenta de que nosotros, la clase del 2020, tenemos el deber y el poder de crear algo mejor para las futuras generaciones.