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inmigración infantil:
un asunto de todos


por nicolás olano y lara nations
traducción de itzel zagal

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Foto: Cortesía de Itzel Yarger

La situación con los niños migrantes en la frontera es tan compleja y llena de sentimientos que no es fácil ser objetivo. Aún así, debemos recordar, sobre todo, que son niños. Son inocentes, vulnerables, merecedores de amor y protección de todos nosotros. No es responsabilidad de un país o de una sola persona cuidarlos. Es una responsabilidad que recae sobre todos nosotros, ya sea que lo hayamos pedido o no, porque los niños son el legado de la humanidad. Simplemente, si no hay niños, no hay futuro. Entonces, ¿Qué se puede hacer para resolver este problema?

El viaje de un migrante está plagado de peligros. En todo el mundo el movimiento de personas viene con peligro y muerte. ¿Cuántos se han ahogado tratando de llegar a Europa desde África, han sido esclavizados en Libia o han muerto en el desierto cruzando a los Estados Unidos? La migración se ha vuelto un negocio peligroso. Entonces, ¿Por qué someter a un niño a ese riesgo?

Podemos argumentar que en la situación actual de los migrantes en la frontera sur de los Estados Unidos hay dos razones. Cuando es imposible dejar atrás al niño ó porque traerlo ayuda en ese viaje. Lo primero es lo que impulsa la mayoría de los casos. Las familias huyen juntas o huyen porque los propios niños son el objetivo de la violencia. La situación en Centroamérica está plagada de niños que son víctimas de violencia doméstica, reclutamiento de pandillas y abuso de género generalizado contra las mujeres: sí, en estos lugares, una niña de 11 años a veces es considerada una mujer. La otra razón es cuando llevar a un niño a lo largo del viaje ayuda a obtener acceso a los EE.UU., esto es una práctica de algunos individuos, pero no es la norma. De cualquier manera, la comprensión histórica de cómo sucedió esto es importante.

En los últimos 19 años, gracias al huracán Mitch, toda una generación de niños centroamericanos creció sin sus padres. Empobrecidos por un desastre natural, muchos padres vinieron a trabajar a los Estados Unidos, dejando a sus hijos con un miembro de la familia. Los niños crecieron en una relativa comodidad proporcionada por el ingreso de sus padres, pero no los vieron durante años. Esto cambió a mediados de la década del 2000 cuando esos niños se convirtieron en adolescentes. Mientras que esos niños habían crecido, también lo habían hecho las pandillas y los cárteles. Estimulado por la deportación de pandilleros y el desplazamiento del transporte de drogas desde el Caribe y las rutas pacíficas a un transporte terrestre, el crimen organizado explotó en Centroamérica. Para las pandillas y los cárteles, los adolescentes eran soldados o víctimas de la trata de personas que podían monetizarse. De cualquier manera, los padres que estaban en los Estados Unidos no podían hacer nada para proteger a sus hijos, excepto enviar por ellos. Esto tendría consecuencias significativas que impulsan el problema de los migrantes en la actualidad.

La primera consecuencia es el aumento significativo de la llegada de niños a los EE. UU. a partir de 2009, el número de menores no acompañados creció y creció. Recuerde que el TPS se aplicó para los países de Centroamérica en 1999, un niño de un año tenía 11 años en 2009. Los padres enviaban por sus hijos y las pandillas que los reclutaban encontraron una nueva fuente de ingresos: la trata de personas. Entonces, mientras conducían la migración de niños, esos cárteles también comenzaron a beneficiarse de ella. El número de niños que viene a los Estados Unidos comenzó a aumentar exponencialmente.

La segunda consecuencia es la aprobación de ciertas políticas respecto a los niños en la frontera durante los primeros años de este fenómeno. Mientras que la administración de Obama aplicaba estrictamente las leyes de inmigración y deportaba a más personas que cualquier otra administración en la historia, los niños y los adultos que los acompañaban fueron liberados casi de inmediato. Esto contrastaba con lo que pasaba con los adultos que fueron deportados casi inmediatamente o estuvieron detenidos por períodos prolongados. Por lo tanto, como en todos los círculos de inmigrantes, esta información viajó rápido: aquellos que tenían un hijo con ellos no serían detenidos por la Inmigración y serían liberados en los Estados Unidos casi de inmediato. El resultado era inevitable, ahora los niños no sólo eran traídos porque eran víctimas en sus países, sino también para facilitar el proceso de entrada para algunos. Ahora, permítanme ser muy claro, este NO es el caso de todas las personas que vienen con niños a los Estados Unidos en busca de refugio. Los cambios sociales señalados anteriormente son los principales impulsores de esa migración, pero el hecho de que existan estos casos, exige una revisión muy cuidadosa de la relación y las razones por las que el adulto que lo acompaña trae a ese niño. No podemos permitir que los niños sean explotados y victimizados aún más.

Ahora se han restringido las políticas que permitieron un fácil acceso a los EE. UU. cuando traes un hijo. De hecho, se han restringido demasiado. Se necesita una mente malvada para tratar de impedir la inmigración separando a un niño de sus padres. Porque seamos realistas, la política de separar a los niños de sus padres no fue, como debería haber sido, diseñada para proteger a esos niños. Se implementó y se puso en práctica para asustar y disuadir a los inmigrantes que huyen con sus hijos. Una distancia moral significativa de una razón a la otra.

Por último, algunos individuos vieron este cambio como un nuevo botín económico y político. Usaron las imágenes de niños inmigrantes para influir y abrirse camino hacia mejores posiciones y obtener más fondos del gobierno o donaciones privadas. Trabajar con los niños inmigrantes se convirtió en un mantra para algunos que estaban allí sólo por el poder y el dinero. Y, de nuevo, no fueron los únicos. Los contratistas privados que albergan y detienen a inmigrantes para el gobierno federal vieron cómo aumentaban sus números y no iban a quejarse. ¿Por qué? Un contratista gana alrededor de $100 USD por día por cada detenido, no tienen una razón para detener eso. Y aún así, no fueron los únicos. Los políticos de la izquierda y la derecha se han volcado con el tema y lo han desfilado para encolerizar a sus bases.

¿Entonces qué se puede hacer?
Bueno, lo primero que se debe hacer es llamar a la ONU para crear un campamento de refugiados en el sur de México para atender las necesidades de aquellos que huyen de los países de Centroamérica. Sí, las organizaciones sin fines de lucro en los EE.UU. y los contratistas del gobierno no obtendrán esos dólares, pero ¿Adivinen qué?, las solicitudes de asilo serán verificadas. Los niños y las familias tendrán un lugar seguro donde pueden esperar a que se resuelvan sus casos. Esto hará que sea un problema compartido que no sólo deben cargar México o los EE. UU. Como dije al principio, es responsabilidad de todos, no sólo de unos pocos, asegurarse de que los niños estén protegidos.

En segundo lugar, deben abordarse las necesidades y la situación de los niños que ya se encuentran en los Estados Unidos. ¿Están a salvo? ¿Están donde se supone que deben estar y con quién se supone que deben estar?. Después de todo, están en nuestro país y si en algún lugar del mundo los niños deberían sentirse seguros, es aquí.

Finalmente. Hagamos un recuento de los que se han beneficiado de estos niños y expongámoslo. Los que avivaron los fuegos, los que ganaron millones albergándolos, los que colocaron sus fotos e imágenes en todas partes buscando donaciones y fondos para “ayudarlos”, los que los usaron para venir a los Estados Unidos y los que son políticamente responsables - en ambas partes - por manejar este asunto tan mal. Para ser efectiva, la compasión debe ser administrada objetivamente. Entonces, si realmente nos preocupamos por estos niños, debemos crear una forma en que no sean explotados y puedan encontrar un refugio seguro que no termine, como en muchos casos, con su muerte.

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Sol de Medianoche is a monthly publication of the Latino community in Anchorage, Alaska