Las víctimas de violencia que no hablan inglés, desamparadas por carlos matías
Si eres mujer, vives en Alaska, sufres abuso sexual o violencia doméstica y no hablas inglés, estás desamparada. En Anchorage, un grupo de voluntarias asiste a las víctimas y lleva dos décadas pidiendo intérpretes a las autoridades, como marca la ley. Pero tienen que contratarlos ellas.
Cada año, los informes oficiales y de entidades privadas señalan que Alaska es el estado con más casos de violencia doméstica y sexual del país: un 48%, según una encuesta de la Universidad de Alaska Anchorage (UAA) entre trece mil mujeres. La Comisión de Justicia Penal ha abordado repetidamente el tema.
Hay una Oficina de Derechos de Victimas, con el teléfono principal 907-754-3460 y otro gratuito 1-844-754-3460. Y hay otros teléfonos. Emergencias: 911. Red de Violencia Doméstica y Acoso Sexual: 907-586-3650. Línea Directa de Violencia Doméstica Nacional: 800-799-SAFE (7233) ó 800-787-3244 (TTY) si tienes problemas de audición. Pero si no hablas inglés con fluidez y pronunciación correcta, estos números no te servirán de nada. Nadie te entenderá.
El Programa de Asistencia a Testigos y Victimas promete la asistencia sin costo alguno de un intérprete en la oficina del fiscal. El Programa es financiado por la Oficina de Violencia Contra las Mujeres y el Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Las leyes federales obligan a disponer de interpretes y traductores. Pero parece que las leyes no llegan a Alaska.
En la práctica, la Administración no dispone de intérpretes en el estado número 49 de la Unión, la “Última Frontera”, a la que podríamos llamar “la frontera idiomática”. La situación ha sido descrita a Sol de Medianoche por Ninetta Regalado, mujer de origen latino que lleva más de 18 años en un grupo de voluntarias de ayuda, en la que emplean su tiempo y su dinero sin compensación alguna de los fondos públicos, ni municipales, ni estatales, ni federales.
“Se supone que cualquier entidad pública y las privadas que reciben ayudas federales deben tener intérpretes, como marcan las leyes. Pero no ocurre así”, dice, “aunque hay algunas clínicas que sí lo ofrecen”. Hace pocos años, Ninetta tuvo que ayudar a una mujer latina que no hablaba inglés (“muchas no lo hablan”, señala) y que había llamado al “Hot Line” (Línea Directa) sin que nadie entendiera su grito de socorro. “El marido era un abusador que la había echado de casa con una niña de tan sólo cinco meses. Al principio, la ayudó una vecina nativa. Me llamaron y la alojé yo. Pero las dos nos sentimos amenazadas e intimidadas por el maltratador, que merodeó mi casa”.
¿Y la policía? La policía no las protegió. “En algunos poblados y comunidades, se han dado casos en que los propios policías y algunos ‘troopers’ (agentes estatales) destinados en bases militares cercanas fueron los abusadores”. En poblaciones nativas y entre mujeres de origen hispano o extranjero, igual que en las clases más desfavorecidas, los abusos sexuales y violentos son más frecuentes. “Llevamos más de 18 años pidiendo intérpretes oficiales”, comenta Ninetta, “pero como no hay, tenemos que contratarlos nosotras. Con el tiempo hemos conseguido un buen número de idiomas, desde el español (que es el mayoritario) hasta el suajili africano”.