¿Cuántas personas han sido sometidas a trabajos forzosos para que tú puedas tener acceso a lo necesario y algunas cuantas comodidades? El sitio slaveryfootprint.org responde a esta pregunta. De acuerdo con el cálculo de este portal, una persona de clase media con una vida modesta en los Estados Unidos consume bienes que emplean la explotación y el abuso laboral de alrededor de 30 personas alrededor del mundo. El sitio web busca crear conciencia sobre este crimen global, y hace un llamado a la acción. (Para leer más sobre el tráfico laboral, véase “Tráfico laboral, la esclavitud moderna”, en la primera plana de esta edición).
Esta misma misión tiene la organización ArtWorks for Freedom, fundada en 2011 por la fotógrafa Kay Chernush. En 2005 Chernush comenzó a explorar los diferentes tipos de tráfico humano como parte de un proyecto de trabajo con el gobierno de los Estados Unidos. El Departamento de Estado la había contratado como fotógrafa para sus investigaciones sobre tráfico de personas, y la mandaron a documentar esta amarga realidad a Europa y Asia. “Estaba estremecida y pasmada por los rostros y las historias que tenía que fotografiar”, dice Chernush y asegura que la realidad le pareció tan desbordante que “decidí que lo que quería hacer era usar mi fotografía para hacer una diferencia en la arena del combate al tráfico laboral”. Muy pronto comenzó a trabajar con organizaciones no gubernamentales que luchaban contra el tráfico en Ghana, Brasil, Francia, Italia y Holanda. Tras este periodo de inmersión en la problemática del tráfico laboral su manera de fotografiar cambió. Chernush comenzó entonces a producir un tipo de imagen “bastante abstracta, en lugar de ser sólo una representación”. Este estilo se desarrolló para alejarse del primero que era más parecido a un fotorreportaje. “La fotografía documental me empezó a parecer poco adecuada para contar sus historias porque era como reexplotar a las víctimas al mostrar su imagen”. En la Holanda de 2009, Chernush trabajó con sobrevivientes de tráfico sexual, quienes le sugirieron que armara una exposición. “Se sentían muy empoderados. Terminamos haciendo una muestra de gran formato a la intemperie, en la plaza central de La Haya, frente al Parlamento”. Esta muestra se presentó en cinco ciudades holandesas, incluyendo Ámsterdam y Rotterdam. Aquellas exposiciones resultaron inspiradoras no sólo para quienes habían sido víctimas de tráfico, sino también para el público en general. “Así que pensé: ‘si la fotografía puede ser tan poderosa, ¿por qué no invitar a otros artistas a contribuir con su visión creativa, a usar su imaginación creativa para responder a este problema global?’” Éste fue el origen de ArtWorks for Freedom, una organización sin fines de lucro, radicada en los Estados Unidos, que se ha convertido, en voz de Chernush, en “una coalición de artistas activistas comprometidos a luchar contra el tráfico humano y la esclavitud moderna”. Desde entonces Chernush y ArtWorks for Freedom han presentado muestras de fotografía, películas, obras de teatro y espectáculos de danza. También han abierto la discusión y han trabajado por la concienciación en torno al problema en mesas de debate y caminatas en los parques. “Éste es un problema global; debemos actuar localmente”, dice Chernush cuando se le pregunta por la filosofía que hay detrás de ArtWorks for Freedom, y explica que en los sitios en los que ArtWorks for Freedom hace puerto trata de colaborar con instituciones locales para cumplir su misión. What you see is not who I am es uno de los proyectos que fue fruto de este espíritu de colaboración. Chernush había escuchado del Groundswell Community Mural Project en Brooklyn, Nueva York, que ofrecía un taller de pintura mural para adolescentes en situaciones vulnerables. Tras ofrecer un taller en la materia, Chernush comenzó a ver las primeras piezas producidas por estos jóvenes artistas, quienes a sus 17 o 18 años ya estaban contribuyendo a luchar contra la esclavitud moderna. “Queríamos que pensaran con creatividad y no con las imágenes clichés que veían en los medios”, enfatiza Chernush. Los jóvenes crearon un mural de doce paneles divididos en tres temas: tráfico sexual, explotación doméstica y explotación en campos agrícolas. El mural resultado de este proyecto es desmontable y puede viajar como una exposición. El trabajo de estos jóvenes artistas da testimonio de su compromiso por combatir todas las formas del tráfico humano. Cuando los paneles del mural estaban terminados, Dakota Storm Austin, uno de ellos, dijo: “He aprendido que se libra una batalla en cada esquina de la tierra. También he aprendido que hay personas que no tenían idea del tráfico humano. Yo era uno de ellos. Mientras trabajaba con este grupo de artistas abiertos y talentosos me di cuenta que hace falta más de una voz para cambiar el mundo. Y que las acciones de un grupo grande de personas no son suficientes para resolver un problema. Hace falta que se comprenda el problema. Para cambiar algo, hay que entender qué es lo que quieres cambiar y educar sobre el asunto a quienes te rodean”. |