Tengo un recuerdo de cuando tenía seis años de edad, mi tío y yo conducíamos al potrero una mañana. El aire era fresco, el camino estaba libre, y teníamos prisa porque había que ordeñar las vacas y entregar la leche. De pronto vimos un coche que se había ido del lado de la carretera. Nadie resultó herido y una pareja trataba de empujar el coche sobre la misma. Mi tío inmediatamente se hizo al lado y se bajó del auto para ayudar. Lo miré y le dije: “Pensé que llevábamos prisa”. Se inclinó por la ventana y dijo: “Hoy por ellos; mañana por nosotros”. En estos días recuerdo sus palabras frecuentemente ya que estamos viviendo crisis creadas por la avaricia, odio, miedo y misoginia, y en las cuales todos desempeñamos un papel, aunque no queramos o estemos conscientes de ello. He aquí dos crisis que me quitan el sueño:
Estamos destruyendo a niños, su cuerpo y su espíritu. Es hora de dejar de escondernos y dejar de pretender que si no vemos injusticia directamente, o si no la sentimos en carne propia, entonces no existe. La injusticia existe, y en este momento hay miles de bebés, niños y adolescentes que han sido separados de sus familias, enjaulados como animales, víctimas de abusos sexuales, padeciendo falta de atención médica y siendo emocionalmente aterrorizados en campos de concentración de Estados Unidos a lo largo de la frontera sur. Estos campos son sancionados por la administración Trump y apoyados por nosotros, los contribuyentes. Estos niños son nuestros. Entiendo que la situación puede sentirse abrumadora y parece que no hay nada que podemos hacer desde Alaska, pero al contrario, podemos hacer algo: 1. Llama o escribe a tus legisladores y miembros del Consejo, a todos los locales, estatales y federales porque el destino de nuestros niños no les va a importar a ellos, si no te importa a ti. 2. No calles. Habla con tu propia familia, vecinos y otros, pero no se pierdan en la retórica política de “nosotros contra ellos”, recuerda que estamos hablando de los niños, seres humanos vulnerables que no son desechables. 3. Apoya a organismos y organizaciones que están trabajando para salvar a los niños y llevar ante la justicia a sus abusadores. 4. ¡No te rindas!
El presupuesto del gobernador Dunleavy es irresponsable y destruye el futuro de Alaska. El candidato Dunleavy se lanzó con una falsa promesa: dar a los alaskeños un PFD (dividendo) enorme. Creo que los votantes se vieron motivados por esta promesa porque atravesamos por tiempos económicos difíciles para muchos y porque no teníamos la información necesaria para saber el impacto que esto tendría a las inversiones necesarias para crear un futuro sólido. El problema es que no hay tal cosa como dinero gratis, así que para que el gobernador Dunleavy pueda mantener esta promesa y también lograr satisfacer a sus partidarios políticos, él ha optado por sacrificar el bienestar y futuro de los ciudadanos de Alaska.
En lugar de tomar el espíritu de Alaska de la creatividad y la innovación, Dunleavy ha diseñado su plan tras un modelo económico anticuado, el cual se ciega ante las oportunidades que se encuentran más allá de los negocios de costumbre. En términos generales, el gobernador está haciendo inversiones equivocadas, invirtiendo en empresas y no en la verdadera riqueza de Alaska-- su gente y su tierra.
En lugar de recortar las subvenciones a las empresas para ahorrar dinero, o requerir impuestos más altos del desarrollo de los recursos naturales y/o explorar un impuesto progresivo al ingreso para generar entradas, o estudiar otros sectores como la alta tecnología y energías renovables para avanzar la diversificación y crecimiento, el plan del gobernador recorta educación, las artes y condena a las poblaciones vulnerables a un futuro aún más incierto. Los ciudadanos de Alaska tenemos la responsabilidad de hablar con sus líderes y guíarlos, eso incluye al gobernador Dunleavy y la legislatura para que tengan la visión y el coraje para priorizar a cada alaskeño, sus necesidades, culturas y derechos. Las acciones y las palabras de mi tío resuenan como verdad hoy más que nunca, necesitamos recordarlas y aplicarlas a los desafíos que enfrentamos como seres humanos, como Latinx, como inmigrantes, como gente de color y algunos de nosotros como miembros de la comunidad LGBT+. Debemos defendernos a nosotros mismos y a otros. Debemos dejar de construir paredes en nuestras propias mentes y corazones que nos impiden mostrar compasión y nos hacen acobardarnos detrás del miedo. Tenemos que actuar hoy por los niños en la frontera y por los alaskeños desfavorecidos; porque mañana ellos actuarán por nosotros.