SUPREMACIA: "HAIL TRUMP"
El primer debate electoral entre Donald Trump y Joe Biden ha encendido en las redes sociales a los supremacistas blancos, jóvenes de extrema derecha y racistas exacerbados. Sobre todo, cuando el presidente republicano fue interpelado por el candidato demócrata para que renegase de todos ellos, después de haberles mostrado en reiteradas ocasiones su “simpatía y comprensión” en los últimos cuatro años.
Trump fingió no saber a quién o quiénes se refería Joe Biden y éste le replicó: “The Proud Boys”, los “Chicos Orgullosos”, jóvenes “cachorros”, o no tan “cachorros”, de la extrema derecha más racista, xenófoba y violenta de los Estados Unidos desde los tiempos del Ku Klux Klan. Esta extrema derecha que ha resurgido con fuerza y se mueve con impunidad desde que Donald Trump ocupa el Despacho Oval de la Casa Blanca. Fue entonces cuando Trump dijo: “Proud Boys, den un paso atrás y permanezcan preparados”, lo que ha enardecido a este grupo neonazi, que ha interpretado la frase del presidente estadounidense como unas palabras de aliento; de ánimo para enfrentarse a grupos antifascistas y a la “gente de izquierdas”, o sea, a los demócratas —que para ellos son “comunistas-estalinistas”— y actuar contra cualquier negro, hispano, inmigrante o “sospechoso” de no tener el 100% de su ADN anglosajón y estadounidense. O incluso contra aquellos que teniéndolo simpatizan con los colectivos anteriores. Hoy, Donald Trump sigue negando saber quiénes son los “Proud Boys”, aunque los conoce de sobra. Es más; llegó a decir en junio pasado, durante una entrevista en Fox News, que él es el presidente de los Estados Unidos que más ha hecho por los negros “desde Abraham Lincoln”; es decir, más que Lyndon Johnson, que acabó con la segregación; más que Harry Truman, que hizo lo propio en las fuerzas armadas; más que Dwight Eisenhower, que respaldó la integración racial en las escuelas; más que John Kennedy, que impulsó la Ley de Derechos Civiles. Republicanos por Biden Lo que Trump no puede negar es que Richard B. Spencer, director del llamado “Instituto de Política Nacional”, propagandista nazi y antisemita, celebró su llegada al poder en 2016 con la exclamación “Hail Trump, hail our people, hail victory” y el saludo fascista. No puede negar que, desde entonces, los actos de violencia racista y supremacista blanca, así como los casos de discriminación racial se han multiplicado. No puede negar que hasta en el Partido Republicano la ex senadora Ileana Ros-Lehtinen abandonó la política en 2018, después de un cuarto de siglo dedicada a ella, por sentirse “republicana del tipo Bush y no del tipo Trump”. Ni que treinta destacados políticos republicanos, liderados por los exsenadores Jeff Flake y John Warner y por el exgobernador de New Hampshire Gordon Humphrey, han formado el colectivo “Republicanos por Biden”, del que forman parte también el ex secretario de Estado Colin Powell y los excongresistas Ray LaHood, Steve Bartlett, Tom Coleman y Mike Parker, entre otros, porque Trump “deteriora la democracia”. Discriminación y brutalidad No puede negar que la brecha económica entre blancos y afroamericanos e hispanos es siete veces mayor y más grande que nunca desde que se miden estos datos (1963) y que los negros cobran un 40% menos de salario que los blancos por los mismos trabajos, al igual que hace medio siglo. Trump no puede negar que los expertos en derechos humanos le han instado a reformar el sistema judicial para acabar con el racismo, y él ha respondido nominando a la juez ultraconservadora Amy Coney Barrett en la Corte Suprema para sustituir a la fallecida juez progresista Ruth Bader Ginsburg. No puede negar las muertes de George Floyd, en mayo, y de Jacob Blake, en agosto, víctimas de la brutalidad policial. Ni las esterilizaciones quirúrgicas por histerectomía no autorizada a mujeres inmigrantes, detenidas en el Centro de Detención del Condado de Irwin, en Georgia. |